esta mujer en
particular
está mirando el
vidrio (y no el jardín)
con la certeza de
haber encontrado
en ese acto de
ilógica disposición ocular
una excentricidad
perfectamente acomodable
a su obsesión de
parcialidad
aprendió a escribir
poemas
(y otras cosas
todavía más anacrónicas
y absurdas)
a la edad de nueve
años