Veinte poemas para ser leídos en el
tranvía es el
primer poemario escrito por el poeta argentino Oliverio Girondo, en 1922. Los
textos que lo componen son el resultado de la experiencia vivida tras un largo
recorrido del autor por Europa y el norte de África, entre los años 1920 y
1921. Su primera edición fue publicada en Francia y acompañada por un conjunto
de ilustraciones del mismo Girondo. Unos años más tarde, la obra fue
publicada en nuestro país por la revista Martín Fierro 👈
Los poemas presentados en este libro
buscan resaltar la vida urbana que empezó a aparecer en aquellos años dentro de
las grandes ciudades, con la emergencia de las primeras líneas interurbanas del
tranvía eléctrico (hasta 1880, los tranvías funcionaban por tracción animal).
Además de poner en escena ciertas
inquietudes estéticas que empezaban a surgir entre lxs escritorxs de principios
del siglo XX, estos primeros textos de Girondo dan cuenta de la ruptura
lingüística que propone con la poesía tradicional y del hastío por el mundo
occidental cosmopolita, asediado ahora por los progresos de la modernidad y sus
acelerados efectos transformadores. Asimismo, el poemario completo suscribe,
como es de esperar, a las corrientes artísticas de la vanguardia europea, en
boga por aquella década.
Como si se tratara de un espectáculo
circense, el poema «Croquis en la arena», incluido en este libro, muestra el diseño fragmentado de una
escena veraniega en las playas de Mar del Plata, cuyas situaciones superpuestas
amontonan y combinan de forma absurda y caricaturesca cuerpos humanos, objetos
y paisajes.
CROQUIS EN LA ARENA
La mañana se pasea en la playa
empolvada de sol.
Brazos.
Piernas amputadas.
Cuerpos que se reintegran.
Cabezas flotantes de caucho.
Al tornearles los cuerpos a las
bañistas, las olas alargan sus virutas sobre el aserrín de la playa.
¡Todo es oro y azul!
La sombra de los toldos. Los ojos de
las chicas que se inyectan novelas y horizontes. Mi alegría, de zapatos de
goma, que me hace rebotar sobre la arena.
Por ochenta centavos,
los fotógrafos venden
los cuerpos de las mujeres que se
bañan.
Hay quioscos que explotan la
dramaticidad de la rompiente. Sirvientas cluecas. Sifones irascibles, con
extracto de mar. Rocas con pechos algosos de marinero y corazones pintados de
esgrimista. Bandadas de gaviotas, que fingen el vuelo destrozado de un pedazo
blanco de papel.
¡Y ante todo está el mar!
¡El mar!... ritmo de divagaciones. ¡El
mar! con su baba y con su epilepsia.
¡El mar!... hasta gritar
¡BASTA!
como en el circo.
Mar del Plata, octubre 1920.
PARA CONOCER+
👉 «HAY QUE BUSCARLO / AL POEMA»
👉 «ESCRÚPULO» [POEMA]
👉 ALGO SOBRE ESPANTAPÁJAROS (1932)
👉 SIETE POEMAS DE OLIVERIO GIRONDO
👉 «OLIVERIO GIRONDO: LA RUPTURA CONSTANTE» [POR JORGE BOCCANERA]
👉 «CROQUIS EN LA ARENA», LEÍDO POR GASTÓN PAULS
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Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891-1967). Poeta argentino, vinculado a la vanguardia
porteña de los años 1920. El buen pasar de su familia le permitió tomar
contacto prontamente con Europa, donde vivió algunos años junto a sus padres,
estudiando en colegios secundarios de Francia e Inglaterra. Tras regresar a
Argentina, inició sus estudios universitarios en Derecho, y aunque se recibió a
la edad de 25 años, jamás ejerció como abogado.
Durante su juventud, viajó asiduamente
por Europa, donde se nutrió de las nuevas corrientes artísticas de vanguardia
surgidas en la posguerra, en especial la surrealista.
En 1943 se casó con la escritora
argentina Norah Lange, después de más de diez años de convivencia.
Entre sus libros publicados se
encuentran Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922), Calcomanías (1925), Espantapájaros (1932), Persuasión
de los días (1942) y Campo nuestro (1946). En 1954
publicó su último poemario, En la masmédula, en el cual trasciende
de manera excepcional las categorías convencionales de la poesía y explora
nuevas dimensiones expresivas.
Durante las décadas de 1950 y 1960, la
obra de Oliverio se convirtió en referente de una nueva generación de poetas,
entre ellxs, Enrique Molina, Aldo Pellegrini, Olga Orozco, Francisco Madariaga,
Mario Trejo y Alberto Vanasco.