[en el final hay un poema]
Dejo el año como se deja un sweater
olvidado en el asiento de un colectivo porque hace calor (con la sorpresa pero
también con el agradecimiento);
Cómo no: quedan muchas cosas pendientes
prometidas para «el año que viene»
Aunque la cosa más linda que va hilando años, vidas, coyunturas incorpóreas posibles y las siempre riesgosas emociones, me parece que es y que va a seguir siendo siempre la poesía, su manera despreocupada de atravesarnos y de elegirnos;
Acá un avance de lo que voy escribiendo estos días y que representa todo eso que «falta pero ya viene»
Gracias miles a Jimena Arnolfi por la
prestada de epígrafe: un lujo de esos que nos ponemos para el brindis porque es
treinta y uno y somos atrevides 😉
Buenísimo veinte viente para todes!
Busquen todo el año nobles y buenos motivos para sonreír 💗
a veces el paisaje
se resiste a ser habitado
debajo de la cabeza, el animal
la mujer lo sabe porque hasta se ha escrito un cuento
sobre este aspecto de su vida
pero no se levanta
no dice «es el bicho en el almohadón
me consume»
al contrario, no quiere
que le toquen la cama
algo de sádico debe haber
en semejante conducta
afuera se tiene un paisaje porque se tiene
una esperanza de vida
mínima indispensable
y compartimos sin embargo
una pereza apática
una manera ordinaria
de insubordinarnos:
cada vez más libros se acumulan
en las dos mesas de luz
debajo de la cabeza, el animal
su manera de habitarnos resulta incompatible
con la que habíamos ideado
no oponemos ningún tipo
de resistencia
no rechazamos
su ocupación
no decimos «es el bicho en el almohadón
me consume»
algo de sádico debe haber en semejante
conducta