se parece a un cuento de Borges
en el que nada existe por simple estabilidad ficcional
en el que todo existe porque se sueña en un orden vertical y
lento
suspendido en círculos perfectos
somos dos encima de la fiebre de los almohadones
somos dos a pesar del hollín que envenena los espejos
la música nos llega en un hilo confuso de incandescencia
un embudo la está sosteniendo
un embudo empuja el nervio insustancial de objetos fundidos
(como en el cuadro, sí
como en la escena final)
el embudo es lo único que no se quema
y empieza a resultar cada vez más incómodo decir
con un único adjetivo
todo lo que hay para decir
a esta hora la furia de las brasas nos perturba
somos dos encima de la fiebre de los almohadones
descubrimos sin el menor asomo de asombro que toda la
historia
se parece a un cuento de Borges:
existimos porque yo sueño y porque otra
que es también mujer que es también yo misma y que también
duele
en todo el cuerpo y en toda la casa
me sueña
la fiesta del fuego termina
una canción que no conocemos
nos despierta