Estás cayendo
como si el mundo
fuera de agua
en el fondo
una ballena en su
sueño
mamífero.
Una madre inmensa y
movediza te traga
sin decir esta boca
es mía, esta es mi
casa,
con su voz de sal que
se disuelve
o se derrama en un
reloj
donde el arriba y el
abajo se confunden.
Estás cayendo muy
alto.
Un desmoronamiento en
la piel
de la culebra,
hay historias que te
pesan
sin haberlas vivido.
Estás lejos de tu
casa
que no es ésta.
Tratando de errar
todo camino,
llegar hasta un
desierto
donde escuchar tu
corazón.
Y aún la luna
te sostiene por un
pelo.
Estás flotando como
si cayeras
si el agua te
soltara.
El fondo es infinito,
no hay caída
que detenga la caída.
Tiendo la mano
pero estás cayendo en
otro lado.
Pero yo también estoy
cayendo.
Tiendo mi corazón
vacío de recuerdos y
no es cierto
que se pueda empezar
como si nada
hubiera sucedido.
Como un animal mojado
tiendo mi corazón al
sol,
llovió tanto
que no sé dónde estás
(…)
Susana Villalba. «El
cangrejo ermitaño» (fragmento); en Matar a un animal (1995)