“y yo sola con mis voces, y tú
tanto estás del otro lado
que te confundo conmigo.”
Alejandra Pizarnik. En El Infierno Musical, 1971.
lo que había escrito con crayones / celeste fuerte
y
destruí
por falta de devoción al verde flúor del esmalte
que llevabas puesto
era el cadáver borroneado de una frase que decía
que nos habían mentido:
perfección no es sustantivo abstracto
en el espejo
te dejé una prueba
y podría argumentar –palabras más, palabras menos–
que Alejandra me debía
un favor
que el tiempo no se quiso apurar
que vos
pero cuando uno saca a
ventilar esas vergüenzas / del bajo vientre
y las otras (más
despreciables) / del bajo pecho
la vanidad con que
tapamos el hueco
suele poner a secar al
sol la otra mitad del colchón
y no hay palabras
abstractas que puedan burlarnos la correspondencia
no hay París ni Buenos
Aires
no hay poetas malditos
que puedan amamantarnos