Destiempo
Siempre caigo en
el mismo sueño.
Siempre ingreso
al laberinto
donde el monstruo
aguarda, paciente y hambriento
en su centro
incendiado.
Siempre estoy
bajo la lluvia,
sobre los techos
del mundo
con mi alma y mis
pesadillas mojadas
rasgadas vestiduras
de cartón.
Siempre rompo la
mirada
y estallan los
vidrios.
Siempre suena tu
canción
en la radio y en
la calle, en los bares y en mi cruz
esa que dice
apagón
en la ciudad
y todo lo que tengo
es tu vida iluminándome.
Siempre salto del
mismo helicóptero
en la misma
novela de ciencia ficción,
siempre en el
mismo canal
siempre en la
misma estación de radio
siempre en el
mismo crucero fantasma
siempre en el
mismo río.
Nada de lo que
habita
se salva a la
inundación o al incendio.
Nada de lo que
amanece
deja ver su
verdadero rostro.
Siempre abro los
ojos
cuando es
demasiado tarde
para mirar.
(de Cuando llegue el fin de los
tiempos, Almadegoma Ediciones, 2017)
Fantasmas de
ciudad
a veces es
necesario alejarse
lo suficiente
como para confundirse
en la muchedumbre.
doblar la esquina
como quien parpadea
y sigue su
camino, su mirada.
es preciso
despertar bajo un techo desconocido
de vez en cuando
y mirar desde
otra ventana, otro paisaje.
permitir que la
carne se ilumine
aunque sea a
través de una herida.
(de Un silencioso modo de arder, Peces
de ciudad, 2017)
Vacaciones en el
infierno
Mudé de piel.
Mudé de hogar. Mudé de mundo.
En sueños se
pasea la oruga.
En los laberintos
se muere congelada la locura.
En el espacio
debe haber un hombre perdido,
flotando náufrago y
sin sentido
al abrigo de la
oscuridad.
Mudé de ropa.
Mudé de lengua. Mudé de suelo.
Me despegué por
completo de esta humanidad
tan frágil
siempre
necesitada de luz.
En el fondo somos
insectos
chupasangre
que danzan en
círculo
ansiando la
lluvia de meteoros.
Mudé de cuerpo.
Mudé de nombre. Mudé de futuro.
Me dormí en la
frialdad del cadáver.
Y al final de la
página contuve su peso muerto.
En los corredores
del otro mundo
hay espacio suficiente
para todos
nosotros
y nuestros
pecados.
Es lo bueno que
tiene el infierno:
amplio
estacionamiento, calefacción,
cuerpos por
doquier, tinta china,
cenizas
volcánicas, sangre del cielo.
(inédito, 2017)
Mario Flores nació en
Tartagal, provincia de Salta, en mayo de 1990. Escribe poemas, edita libros
artesanales y hace tiradas de tarot. Sus libros más recientes son: Un silencioso modo de arder (Peces de
ciudad, 2017), Cuando llegue el fin de
los tiempos (Almadegoma Ediciones, 2017) y Poesía para pasajeros urbanos con auriculares (Cuaderno de
elefantes, 2016). Blog: magiacaracol.blogspot.com.ar