GRAVEDAD
Te
das cuenta de cómo pesa el amor
cómo
cae sobre algún hombro
el
tuyo, el mío
y
el peso de la despedida y
la
caída del dolor
que
no tiene cuerpo.
Irene
Gruss. La mitad de la verdad; Obra Reunida (Bajo la Luna,
2008)
GRAVEDAD
Te
das cuenta de cómo pesa el amor
cómo
cae sobre algún hombro
el
tuyo, el mío
y
el peso de la despedida y
la
caída del dolor
que
no tiene cuerpo.
Irene
Gruss. La mitad de la verdad; Obra Reunida (Bajo la Luna,
2008)
Con
bastante vértigo y bastante bisiestamente corre el año 1932. Proa – editorial
del bien – acaba de sacar de la imprenta el hasta allí inédito Espantapájaros
(al alcance todos).
Una
carroza fúnebre tirada por seis caballos y guiada por dos lacayos con librea
(vestimenta propia de los criados durante el siglo XVIII) pasea durante 15 días
por las calles de Buenos Aires una escultura de casi tres metros de alto, hecha
de papel maché por el mismísimo Oliverio Girondo. La figura reproduce la imagen
con la que el artista José Bonomi ha ilustrado la tapa de su recién editado
poemario.
El
monumental muñeco, vestido con traje, galera y monóculo (sí, el lentecito),
viene a representar a un académico, figura en decadencia y desprestigiada por
el poeta, por considerarla un ser infructuoso, que no produce nada propio, sino
que se limita a «importar» ideas ajenas (las formas y los discursos oficiales,
arcaicos e institucionalizados eran su blanco de ataque favorito).
Mientras
todo esto pasa, un grupo de llamativas jóvenes invita a los transeúntes a
acercarse a un local de la calle Florida, donde se han puesto a la venta los
ejemplares del libro. La estrategia es un éxito: casi cinco mil ejemplares se
venden en cuestión de días.
Una
vez cumplida victoriosamente la meta marketinera – y como un acto irreverente y
a la vez poético – Girondo pretende quemar el muñeco en un evento público, en
el patio de la Sociedad Argentina de Escritores. Norah (colega, compañera y,
más tarde, esposa) se opone tajantemente y hace trasladar la escultura hasta su
residencia de la calle Suipacha 1444 (famosa casa de tertulias que compartían
los escritores y que hoy es parte del Museo Fernández Blanco).
Tras
el fallecimiento de ambos, el legendario espantapájaros-académico es cedido por
las hermanas de Norah al también escritor – y amigo de Oliverio – Enrique
Molina, quien lo conserva durante un tiempo en el living de su casa, antes de
donarlo definitivamente al Museo de la Ciudad de Buenos Aires.
☝En 2017, al
conmemorarse el 50° aniversario de la muerte de Girondo, la Biblioteca Nacional
rinde un vasto homenaje al poeta, exhibiendo una muestra completa de su vida y
obra, que incluye ilustraciones, anotaciones personales, intervenciones
lúdicas, grabaciones de sus lecturas y la mítica escultura del
letrado-espantajo (junto a la cual, en aquella ocasión, me saqué la foto de más
abajo).
☝El poema «Los
amantes», uno de los más memorables del libro, fue, cincuenta años más tarde,
ingeniosamente redimensionado y completado por Julio Cortázar en su microcuento
«Amor 77» (Un tal Lucas, 1979).
ESPANTAPÁJAROS 12:
LOS AMANTES
Se miran, se
presienten, se desean,
se acarician, se
besan, se desnudan,
se respiran, se
acuestan, se olfatean,
se penetran, se
chupan, se demudan,
se adormecen,
despiertan, se iluminan,
se codician, se
palpan, se fascinan,
se mastican, se
gustan, se babean,
se confunden, se
acoplan, se disgregan,
se aletargan,
fallecen, se reintegran,
se distienden, se
enarcan, se menean,
se retuercen, se
estiran, se caldean,
se estrangulan, se
aprietan, se estremecen,
se tantean, se
juntan, desfallecen,
se repelen, se
enervan, se apetecen,
se acometen, se
enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se
apresan, se dislocan,
se perforan, se
incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan,
se atornillan,
se desmayan, reviven,
resplandecen,
se contemplan, se
inflaman, se enloquecen,
se derriten, se
sueldan, se calcinan,
se desgarran, se
muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan,
se refriegan,
se rehúyen, se evaden
y se entregan.
AMOR
77
Y
después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se
perfuman, se peinan, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo
que no son.
A
veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho
es la locura o un perro abrazado a la Maga, esa concreción de nebulosa, pienso
que tanto sentido tiene hacer un muñequito con miga de pan como escribir la
novela que nunca escribiré o defender con la vida las ideas que redimen a los
pueblos. El péndulo cumple su vaivén instantáneo y otra vez me inserto en las
categorías tranquilizadoras: muñequito insignificante, novela trascedente,
muerte heroica. Los pongo en fila, de menor a mayor: muñequito, novela,
heroísmo. Pienso en las jerarquías de valores tan bien exploradas por Ortega,
por Scheler: lo estético, lo ético, lo religioso. Lo religioso, lo estético, lo
ético. Lo ético, lo religioso, lo estético. El muñequito, la novela. La muerte,
el muñequito. La lengua de la Maga me hace cosquillas. Rocamadour, la ética, el
muñequito, la Maga. La lengua, la cosquilla, la ética.
De Rayuela,
1963.
Apenas roces
el punto final, quiero que te deshagas del poema
de todos los poemas,
cartas, libros que te escribí,
los consideres
deshechos
organismos
diezmados por la tierra, bacterias,
gusanos,
y, en todo
caso, si es que aún querés conservar algo de mí,
que sea un
anhelo
de reencuentro
más allá de la
materia, parecido al regreso de los padres muertos,
la muerte hace
cosas incomparables,
la muerte
vuelve las cosas incomparables.
no quiero tu
recuerdo sino la extinción
afín a la
eternidad, a la música
que, en el
instante mismo de ser ejecutada, vive,
convulsiones
de un acto reproductor y amoroso
animal que,
aun conociendo su destino, persiste, llena
y acaba.
Que no te
tiemble la mano, no es lo tuyo,
si algo fui
para vos, no me dejes caer
en lo
desvirtuado, en la deformación de la memoria,
no me leas dos
veces, siempre fuente, semen negrísimo,
de
interpretaciones posibles,
aniquilada sin
remedio,
te pido, te
suplico, como acto generoso de intérprete,
que apenas
roces el punto final, respires,
silencio
obligado, y hagas desaparecer estos poemas,
los tapes con
tierra, los abandones
para que algo
de mí, alguna vez, aunque sea un poco
se parezca a
la música.
Marina Serrano (Quequén, Argentina, 1973). «Relaciones entre música y poesía», en Variaciones Argerich (Ediciones del Dock, 2019).
Lxs invito a ver #Cántaro: Ciclo de Lecturas en el marco del Festival de Poesía Comala 2021 💬💪
#Cántaro:
mujeres escritoras de Cuba, El Salvador, México, Argentina, Puerto Rico y
Venezuela.
Organizado
por las poetas Indira Torres Crux (Méx) y Yosie Crespo (Cuba).
Muy
agradecida con ellas por la convocatoria y con el público bello que nos escuchó
con tanta paciencia y amor 💕
PD:
No se pierdan estos poemas porque de verdad valen mucho la pena (no me refiero
a los míos, sino a los de estas grosas de otro planeta venidas).