Yo a esta altura de
mi vida
me siento obligada a
ser clara
aunque nada ni nadie
me lo pida.
En un poema de 1986
me puse oscura
para decir algo que
ahora
diría de otra manera.
Transcribo parte de
ese poema con el único fin
de poder usar de
nuevo sin avergonzarme
la palabra sujeta:
«Se interna sigilosa
la sujeta
en su revés, y una
ficción fabrica
cuando se sueña».
Para mí lo urgente a
esa edad era
graduarme de mí misma
retener
como diploma de
adulta mi nombre propio
en una celda impersonal.
Para eso tuve que
recurrir a la tercera persona
como si en verdad los
sueños de la otra
los pudiera descifrar
Tamara.
Tamara Kamenszain. De El libro de los divanes; Adriana Hidalgo, 2014.