«Cada día son más breves mis poemas:
pequeños fuegos para quien anduvo perdida en lo extraño. Dentro de unos pocos
versos suelen esperarme los ojos de quien yo sé; las cosas reconciliadas, las
hostiles, las que no cesa de aportar lo desconocido; y mi sed de siempre, mi
hambre, mi horror.»
París, 1962.
«La conciencia del fuego apagó la de la
tierra. Mi visión del mundo se resuelve en un adiós dudoso, en un prometedor
nunca. Culpa por haberme ilusionado con el presunto poder del lenguaje. Todo es
un interior. Por tanto, el poema es incapaz de aludir hasta a las sombras más
visibles y menos traidoras. Hablar es comentar lo que place o disgusta.
Lenguaje visceral constatador de los fantasmas de las apariencias. Escribir no
es más lo mío.»
Agosto de 1961.
Alejandra Pizarnik; fragmentos de Prosa
Completa; Lumen, 2003.