diciembre 31, 2019

DEBAJO DE LA CABEZA, EL ANIMAL


[en el final hay un poema]

 

Dejo el año como se deja un sweater olvidado en el asiento de un colectivo porque hace calor (con la sorpresa pero también con el agradecimiento);

Cómo no: quedan muchas cosas pendientes prometidas para «el año que viene»

Aunque la cosa más linda que va hilando años, vidas, coyunturas incorpóreas posibles y las siempre riesgosas emociones, me parece que es y que va a seguir siendo siempre la poesía, su manera despreocupada de atravesarnos y de elegirnos;

Acá un avance de lo que voy escribiendo estos días y que representa todo eso que «falta pero ya viene»


Gracias miles a Jimena Arnolfi por la prestada de epígrafe: un lujo de esos que nos ponemos para el brindis porque es treinta y uno y somos atrevides 😉


Buenísimo veinte viente para todes!

Busquen todo el año nobles y buenos motivos para sonreír 💗

 

a veces el paisaje

se resiste a ser habitado

 Jimena Arnolfi (Buenos Aires, Argentina, 1986)

 

debajo de la cabeza, el animal

la mujer lo sabe porque hasta se ha escrito un cuento

sobre este aspecto de su vida

pero no se levanta

no dice «es el bicho en el almohadón

me consume»

al contrario, no quiere

que le toquen la cama

algo de sádico debe haber

en semejante conducta

 

afuera se tiene un paisaje porque se tiene

una esperanza de vida

mínima indispensable

 

y compartimos sin embargo

una pereza apática

una manera ordinaria

de insubordinarnos:

cada vez más libros se acumulan

en las dos mesas de luz

 

debajo de la cabeza, el animal

su manera de habitarnos resulta incompatible

con la que habíamos ideado

no oponemos ningún tipo

de resistencia

no rechazamos

su ocupación

no decimos «es el bicho en el almohadón

me consume»

algo de sádico debe haber en semejante

conducta

diciembre 15, 2019

DOS PARA TRIUNFAR


«Te digo: estoy intentando captar la cuarta dimensión del instante-ya, que de tan fugitivo ya no existe porque se ha convertido en un nuevo instante-ya que ahora tampoco existe. Quiero apoderarme del es de la cosa. Esos instantes que transcurren en el aire que respiro, como fuegos artificiales estallan mudos en el espacio. Quiero poseer los átomos del tiempo. Y quiero capturar el presente que, por su propia naturaleza, me está prohibido; el presente se me escapa, la actualidad huye, la actualidad soy yo siempre en presente. Sólo en el acto del amor – por la nítida abstracción de estrella de lo que se siente – se capta la incógnita del instante, que es duramente cristalina y vibra en el aire, y la vida es ese instante incontable, más grande que el acontecimiento en sí; en el amor el instante de júbilo impersonal refulge en el aire, gloria extraña del cuerpo, materia sensibilizada por el escalofrío de los instantes, y lo que se siente es al mismo tiempo inmaterial y tan objetivo que sucede como fuera del cuerpo, brillando en lo alto; alegría, la alegría es la materia del tiempo y es por excelencia el instante. Y en el instante está el es de sí mismo. Quiero captar mi es

 

Clarice Lispector; Agua Viva, 1973.

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El agua se aprende por la sed;

la tierra, por los océanos atravesados;

el éxtasis, por la agonía.

La paz se revela por las batallas;

el amor, por el recuerdo de los que se fueron;

los pájaros, por la nieve.

 

Emily Dickinson, El viento comenzó a mecer la hierba, 1839.

diciembre 09, 2019

«EL CUERPO TAMBIÉN SABE»


Sobre el libro hermoso de Belén dije:

«Construirse. Entender que hay más de una lucha en movimiento. Entender que el cuerpo de una mujer es siempre un cuerpo de resistencia, que hay un legado que llevar sobre ese cuerpo y que el desafío ocurre, eclécticamente o no, a expensas de nuestros deseos e incluso de nuestros destinos. «Mi mamá tuvo un cuello ortopédico por las cervicales. / Me pregunto si a veces lo que heredamos / nos anticipa qué partes del cuerpo nos van a doler / los días de lluvia / y en qué gestos nos repetimos en otros.» Hacia esta cimentación, entonces, dirigimos la mirada mientras transcurrimos en los detalles más vívidos de este libro, que nos habla y nos aquieta, al mismo tiempo que, sin habérselo propuesto, nos alecciona  y nos descodifica.»  

 

RESEÑA COMPLETA  👉 «EL CUERPO TAMBIÉN SABE»  

 

EL LUGAR QUE NO EXISTE

La cara de ella necesita

encontrar el lugar

que no existe para dejar

su recuerdo.

 

Las ojeras transportan

el color de los días que fueron

sólo noche.

 

Debajo de sus uñas

guarda tierra

que acumula

y le hincha las cutículas

que también insisten con punzar.

 

Ella quiere pintarlas

con esmaltes flúo

para que no se note

que sus manos

también son alfombras

que esconden la mugre.



INFANCIA

Las hojas del sauce se estiran

yme acercan un cielo verde que suaviza lo que pienso.

Las hojas del árbol son las manos de mi madre

peinando los nudos que el pelo ata

y dentro de ellos se suelta otra promesa rota.

Se estiran tanto que son como las eles

que pronuncia un gurí en la costa

que pide a las letras que no se les escapen por las caries

que la pobreza le pinta en lunares, como a la luna.

La lengua en la infancia

le pone a las palabras el tono de los pájaros

y por eso tienen alas

largas

líquidas

que se hacen lluvia.

 

RAÍCES

Hundirme y ser.

Tocar el suelo para encontrar lo fértil

que siempre es lo de abajo.

Me gusta pensar en los brotes de alfalfa

y ver que son finitos como cabellos de ángel

que flotan en una sopa que prepara una mano

que no le teme al fuego.

Los brotes que son bien blancos

porque anclan en la tierra

y no dejan de contrastar

porque su destino es no ser lo mismo que lo rodea.

Miro las plantas que mi madre cultiva

y sé que lo que riega

es más que un jardín.

 

UTILIDADES

Se descascara la piel y cae

como el revoque de la pared de la pieza del fondo

que se usó siempre para guardar lo que no se usa.

El cuerpo también sabe

cómo desprenderse del pelo y de las uñas

para anunciar que hay un espacio habitado

por lo que todavía no sabemos cómo sacar.

 

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María Belén Zavallo (Paraná, 1982). Docente y coordinadora del taller de escritura creativa  «Nos/Otros en el texto». En marzo de 2019 publicó su primer fanzine, Todos tenemos un jardín, con Editorial Camalote.

diciembre 04, 2019

#RAINER


«No hay entonces medida para el tiempo, un año no importa, y diez años son nada; ser artista significa no calcular ni contar, madurar como el árbol que no apura sus savias y que confiadamente se mantiene erguido en medio de las tormentas de la primavera, sin miedo de que después no haya de venir ningún verano. Viene sin embargo. Pero viene sólo a los pacientes que permanecen como si ante ellos estuviera la eternidad, tan descuidadamente tranquila y amplia.»

 

Cartas a un joven poeta, 1929.

 

(…) y sin embargo irse entonces,

arrancando la mano de la mano,

como desgarrando de nuevo algo ya sanado,

y marcharse: ¿a dónde? a lo incierto,

lejos, a un país cálido e inmóvil,

que tras toda acción, como un decorado,

seguirá indiferente: jardín o muro;

y marcharse ¿por qué?

de «La partida del hijo pródigo», Poesía, 2007.

diciembre 02, 2019

CORAZÓN DE POETA


Hace apenas unas semanas visité algunas salas de cine de Mar del Plata hurgando en la muy variada programación del 34º Festival Internacional de Cine. Grande fue mi sorpresa al percatarme de que el multipremiado documental chileno Lemebel (Reposi, 2019) aparecía únicamente tres veces en la grilla. Conseguí entradas, sí, pero la sala explotó al momento de la proyección, al punto de quedarse sin butaca disponible una buena parte de los asistentes.

 

No es para menos. El filme, estrenado en septiembre de este año y galardonado con el Teddy LGTB+ durante el Berlinale (Festival de Cine de Berlín), rompió récords de audiencia con más de once mil espectadores en las primeras dos semanas en cartelera. 


[...]

El genio Lemebel – que desde niño ya se sabía genio – nació un 21 de noviembre de 1952, en un barrio marginal de Santiago de Chile.  A mediados de unos intensos años ’60 se mudó con su familia a un conjunto de viviendas sociales sobre la arteria vial sur, conocida como Avenida Departamental. Recibió, por H y por B, el más crudo bullying durante su infancia y su adolescencia. Tuvo unos padres de mil amores, si bien pobres e iletrados. Fue profesor de artes plásticas durante los 70s, aunque despedido siempre por su «demasiado visible» homosexualidad. Poeta, escritor, artista visual y pionero del movimiento queer en América Latina, supo sacudir a la pacata sociedad chilena de los 80s y los 90s, nada menos que durante el oscuro y calamitoso pinochetismo. 

[en BIOPIC todo lo que dije sobre este documental] acá nomás! 👆

noviembre 19, 2019

¿SURREALISMO PARA DUMMIES? | PARTE DOS


Para los surrealistas, el interés por lo vital se convierte en una verdadera reacción de defensa contra las formas de vida modernas, deshumanizadas, dominadas por las exigencias de la técnica y por una estructura social que tiende a anular todo lo auténticamente humano. Defienden una concepción sagrada de la vida, en oposición a la sordidez en que está sumida la existencia del hombre actual. Oponen la libertad del mundo anímico vital (término más explícito que el de «irracional») a los esquemas rígidos, estandarizados de la razón. Emprenden su lucha contra una moral absurda, producto de una religión petrificada en dogmas, que tiende a desvalorizar al hombre y lo que hay en él de específicamente humano, en nombre de mitos extrahumanos; de ahí el interés que demostraron muchos de ellos por las religiones orientales, de esencia antropocéntrica, tales como el budismo (especialmente en su corriente más vital: el zen), en oposición a las religiones teocéntricas occidentales, y también por las concepciones ocultistas que aceptan un sentido mágico en las relaciones entre el hombre y el cosmos.

La importancia acordada a la imaginación, al mundo fantástico y al de los sueños, pudo hacer creer que el Surrealismo significaba un modo de evadirse de la vida. Todo lo contrario: el Surrealismo constituye una voluntad de penetración en la vida, de confundirse con ella, de explorar todas sus posibilidades y liberar todas sus potencias. (…)

El Surrealismo es una mística de la revuelta. Revuelta del artista contra la sociedad convencional, su estructura fosilizada y su falso sistema de valores; revuelta contra la condición humana, mezquina y sórdida. El artista resulta así el paladín del hombre en su ardiente protesta contra el mundo; la protesta del hombre sometido a coerciones como el orden natural. El Surrealismo aparece como una sistematización del inconformismo.

Lo que se denomina «espíritu burgués», con todas sus normas y principios inamovibles, es el blanco predilecto de los surrealistas. (…) Esta actitud del Surrealismo, esta crítica agresiva y despiadada a las normas vigentes, tiende a producir una profunda alteración en la escala de valores, tanto en lo ético como en lo cultural, y no hay duda de que ha influido en la actitud del hombre de hoy, en la medida en que los hombres de cualquier época sufren la influencia de la visión del mundo que ofrecen sus artistas. (…)

Lo maravilloso no constituye una negación de la realidad sino la afirmación de la amplitud de lo real, que abarca el mundo visible (aquel que tiene acceso a nuestros sentidos) y el mundo invisible. La poesía sumerge al hombre en ese mundo total – visible e invisible – al cual alude lo maravilloso. Pero la fuente primera de lo maravilloso es la vida misma, y la poesía es, ante todo, expresión de ese asombro de vivir. (…) Pero la poesía tiene todavía una función muy importante que no han descuidado los surrealistas: al descubrir al hombre lo recóndito de su espíritu, al intentar objetivarlo mediante el lenguaje, la poesía no sólo se convierte en mecanismo de liberación sino que resulta método de conocimiento. Como fuente de conocimiento, la poesía se basa en la creencia de que los poderes del espíritu pueden ir más allá del mundo de lo aparente.

El poeta encuentra el punto de conjunción entre el individuo y el universo (…). Este modo de conocer del poeta es no-racional. Los mecanismos esquemáticos que usa la razón conforman un sistema de elementos deformados y convencionales, y constituyen barreras que impiden el acceso a lo más profundo. Ser poeta surrealista consiste en «eliminar el control de la razón», y en abrir la puerta-trampa de este sótano profundo que constituye la morada fundamental del espíritu. Allí descubrimos al hombre en su peculiaridad última y al mismo tiempo en su trascendencia, en su salida, en su contacto directo con el cosmos, en su unidad universal. (…)

El poeta surrealista, como todo artista creador, pone en juego una particular función del espíritu: la imaginación. Recordemos lo que dijo de ella Baudelaire: «Es la más científica de las facultades, porque sólo ella comprende la analogía universal.»

Para esta facultad tienen igual validez los mundos de lo imaginario y lo real, y para ella, ambos mundos se entrecruzan y confunden. Pero el poeta surrealista utiliza la imaginación de un modo particular: para permitirle la mayor amplitud de acción, la total espontaneidad, elimina toda traba racional. Recurre para ello a un procedimiento que le es peculiar, el automatismo, así como a la utilización del material de los sueños, de los estados crepusculares y mediúmnicos, de los estados delirantes. A través de esos mecanismos la imaginación adquiere sus condiciones de instrumento «iluminador». Rimbaud ya había dado su fórmula en Una temporada en el infierno: «El poeta se hace vidente mediante un largo, inmenso y razonado desorden de todos los sentidos.»

 

Aldo Pellegrini, «La poesía surrealista», en Antología de la poesía surrealista; 1981.

noviembre 10, 2019


«Nombres sobre nombres con las piernas entrelazadas se aproximan en traducciones, en fragmentos de palabras, en mezclas de vocablos, en sonidos, en títulos de films. Las palabras se escriben sobre los cuerpos. Convulsiones con las uñas sobre la piel: el deseo abre surcos.»

Diamela Eltit (Santiago, Chile, 1947); Lumpérica, 1983.

 

«buscas en mí lo anunciado»

Mariela Cordero (Venezuela, 1985)

 

 

todo incómodo

poemas numerados

circunstancialmente inscriptos

descubiertos

en una agenda usada

arqueológica

no escribo de ese modo desde que tenía

por lo menos veinte

 

una vez conté los detalles

insalvables detalles

que vinieron a oscurecer

de miserables maneras

los únicos pormenores evitables

que quedaban completos

 

no existen registros

documentos

cuerpos que avalen

esa parte del relato

 

caballos frente al espejo en una habitación

de espejos

atrapando torsos

no lenguajes ni individuos sino torsos

pueblos que despiertan otra vez justo

adentro del sueño

surcos que invocan

con su apertura

intenciones convenientemente pretenciosas

de terceros

el sonido – es cierto -

parece coincidir

 

todo incómodo

para nada es menos perturbador

estar en el fondo que querer estar

en el fondo

 

cut-up es el estilo a imitar

cut-up es la logística de moda

de los contemporáneos

cortar pegar romper

cánones preestablecidos

nombres olvidados de largometrajes

material no inflamable

reciclar

primitivas licencias poéticas

organizar

confesiones

atrapar

imágenes disfuncionales

en un período demasiado corto

de espacio

cortar pegar romper

versos de más

de dos renglones

ya no escribo de ese modo porque me llegan comentarios

acerca de lo incómoda

que puede resultar

su lectura

muestro respeto

por quienes saben aplicar

tan honestamente

las leyes de Darwin

 

lo que se anuncia rara vez está atravesado

por lo que se desea

 

todo incómodo:

algo se deshace

algo estalla

al mismo tiempo que cesa

el movimiento ecuestre adentro

del pecho

 

lo simultáneo

como lo emergente

también puede anticipar

la catástrofe

octubre 30, 2019

Y DESPUÉS TU CORAZÓN


No era coqueta

Era fuerte.

June Jordan

 

Necesito ropa, dijiste. Una blusa

alegre, de color subido. Y fuimos

a la tienda. La chica que nos llevó

a los vestidores se llamaba Tula.

Te queda rico, dijo, te queda de novela.

Nos metimos las dos en esa caja,

entrábamos apenas.

 

Como no había asientos ni percheros

te ofrecí mis brazos.

Te sacaste el vestido, la campera,

te sacaste la blusa, las hombreras,

te sacaste el turbante, la remera,

te sacaste el corpiño, la bolsita de mijo,

te miraste al espejo y me miraste

y yo vi tu pecho crudo, las costillas

al aire, y después tu corazón

como una piedra, fuerte y fatal

como una piedra.

 

María Teresa Andruetto

octubre 19, 2019

«DOS BOCAS / QUE SIN PRONUNCIAR / SE ALIVIAN»


Algo que decir acerca de Animales poco útiles (Editorial Cartografías, 2019):

 

Pertenecer. Manifestarse furiosa e intempestivamente ante un conjunto vital de hechos pretéritos ya imposibles de modificar, ya perdidos y entregados a la orilla inaplazable de la resistencia.

Estos poemas-animales se desplazan, sigilosa pero categóricamente, por un tramo enajenado de la historia, un camino de ida al que sólo se puede acceder por medio de la entrega y de la enunciación. Dos movimientos (porque moverse es la frontera última) se comprometen desde la línea inicial a sacudirnos con su baile agitador, con su flujo integral y rotundo.

La primera voz que nos habla (femenina, cruda, radical) se revela pasionalmente auto sometida a una sofocación emocional punzante, una a la que debe enfrentarse con notoria resignación y escepticismo. El conflicto evidenciado de no-pertenencia hace eco obligado en esta voz, que se inaugura y se define en relación antónima con lxs otrxs, y con unos preceptos sociales y morales preestablecidos que la vuelven cínica, pero también – y sobre todas las cosas- vulnerable.

Lo impronunciable es lo urgente para esta voz. «Ya me gustaría a mí», «ya quisiera yo», afirma. Su idea de deseo tiene que ver con una frustración de la que ya ha empezado a resultar imposible escapar. Y en este plano (el de la disconformidad, el de la decepción, el del hastío), aparece el anagrama poético por excelencia, el eje escritural concomitante evocado con un grito ahogado, como arrastrando desde muy lejos un oxímoron cíclico incrustado involuntariamente en cada célula del cuerpo: es la madre.

Una simbiosis múltiple puede ser entonces aceptable en este punto, uno que atrape por los pelos al hablante, al oyente, al que lee, al que escribe, al que observa, al que interpela. Porque la madre que manda al mundo a su cría, lo hace indefectiblemente en desmedro de un dolor ya fundado, preexistente y colectivo.

Bajo este panorama, la crueldad devastadora del mundo está a la orden del día, golpeando continuamente las puertas semi-abiertas del fetiche, lugar en el que este ser desamparado muta en un observador militante pero sesgado, imposibilitado de ejecutar cualquier cambio a su destino fatal, a su drástico pasado inmediato. Se trata de un intérprete asfixiado vuelto a la trinchera para conmutar, desde allí, su adentro y su afuera, su rendición y su insistencia, su apatía nostálgica y su supervivencia, pero también  – y sobre todas las cosas -  su foraneidad y su torpeza, su mantra urgente y su irreversible infierno.

Parece existir, no obstante, un dejo de esperanza, la posibilidad minúscula de redención, de erguirse nuevamente ante ese mundo de caos conceptual. Y acaso este milagro emancipador descanse (para quien lidera esta proclama y para todxs nosotrxs) en el gesto simple y noble de todos los días, en el objeto que permanece siempre indemne dentro del campo minado. La casa, los muebles, las botellas y el pan sobre la mesa, el cigarro, el deseo, la culpa, la nota escrita de puño y letra: elementos irreemplazables de una cotidianeidad que es tan trivial como necesaria, el eje resolutorio de un estancamiento hermoso pero ya insostenible.

Todos los caminos (una instantánea panorámica infinita) llevan de igual manera a un mismo puente colgante, a una misma fuente de divergencia que toma por momentos la tercera persona del singular: un otrx ausente. Y en este sujeto destinatario (el que se ha ido, el que ha cortado el cordón) se depositan los restos de todo aquello que ha quedado por decir, la necesidad de salvarse en la palabra, la puesta en escena de una despedida inútilmente postergada. «Somos ese mapa impreciso / esa cartografía inservible»: el plural, devenido en jerga confesional, es la prueba definitiva de un desenlace ya anunciado.

«Habrá, entonces, que demoler las formas / o abandonarlas / a merced de cuanto cataclismo / seamos capaces / velar sus cicatrices / y el reverso límpido que supuran / mirarse en el espejo de aquel error / que se nos impide nombrar / y arremeter de nuevo / como el animal que delante de sí / ve agitarse el mundo rojo / que lo enfurece / mientras todos aplauden sus proezas» ¿Cómo medir, entonces, la monstruosidad con que nuestro instinto atraviesa, acaso involuntariamente, cada pedazo de existencia que se nos pone delante?

A esta estampida de signos y de destinos superpuestos se la puede rastrear por cientos de siglos. De atrás para adelante, de izquierda a derecha, desde su núcleo hasta sus anexos y viceversa, viceversa, viceversa. De esta bestia en movimiento que se quiere «poco útil» se puede aprender – manojo de rituales mediante - el revés sintomático de la persecución aleatoria, de la huida, de la caza furtiva y de su posdata urgente. No hay vínculo maternal que pueda salvarnos de su barbarie. A su doctrina espesa pertenecemos. Convergen en su conjunto irrebatible de poemas demasiadas partes de un todo brutal, vuelto a revisar e idolatrado.

Y esta misma bestia nómada tiene  – cómo no reconocerlo - un escenario etéreo en el cual arrojarse desnudx, en el cual hacer justicia a su dupla orgánica de movimientos, y a su representación intrínseca de consciente y subconsciente. El bosque es su espacio vivo, su escenario de dilación y de prórroga; el bosque es la casa cándida de la carne fresca pero también del lobo hambriento. El bosque es, en suma, el único destino posible, cuya naturaleza instintiva es avanzar hacia ningún lado.

 


LA TRINCHERA


Afuera es el incendio

de todas las cosas que tienen pulso

están los animales pisoteándose entre sí

puedo oír los quejidos del asfalto

las implosiones de los refugios

puedo, inmóvil, conmiserarme ante ese dolor colectivo

hacerlo latir en la yema de los dedos

revolearlo por el aire, inhalarlo sin culpa

como quien se pierde

en la extrañeza de un perfume ajeno.

Afuera todo arde en su lógica destructiva

están devorándose unos a otros la calma

ese sacón viejo que abriga sin sentido

alguien grita que por fin, que era hora

de hacer estallar el orden de las cosas

y yo acá, paralizada por el miedo

masticando las mismas ganas incendiarias de abrazarte

porque me dijiste, como quien late

que esta batalla también era nuestra.

 


EL ALIVIO


Practicamos un sexo torpe, eufórico

lo que teníamos en mente

incluso ese precipicio de la certeza

se desvaneció en saliva

Eso es el miedo, dijimos

y todo se volvió líquido del signo,

fragmentación

humo

De la madrugada en que quedamos exhaustos

sólo queda esa viscosidad

manchando la palabra

dos bocas

que sin pronunciar

se alivian

De Animales poco útiles© (Editorial Cartografías, 2019).

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*Gastón Malgieri (Mar del Plata, 1977). Escritorx, fotógrafx, docente. Ha publicado Furia Garaje (Editorial Martín, 2000); Estrim y Out (Ediciones Independientes, 2008); Porfía (Dársena 3, 2009); Mediopelo Sidecar (Difusión Alterna, 2010); Transversos  (Atarraya Cartonera - Puerto Rico, 2010) y Animales poco útiles (Editorial Cartografías, 2019). Reside actualmente en Las Higueras, Depto. de Río Cuarto, Provincia de Córdoba.