Apenas roces
el punto final, quiero que te deshagas del poema
de todos los poemas,
cartas, libros que te escribí,
los consideres
deshechos
organismos
diezmados por la tierra, bacterias,
gusanos,
y, en todo
caso, si es que aún querés conservar algo de mí,
que sea un
anhelo
de reencuentro
más allá de la
materia, parecido al regreso de los padres muertos,
la muerte hace
cosas incomparables,
la muerte
vuelve las cosas incomparables.
no quiero tu
recuerdo sino la extinción
afín a la
eternidad, a la música
que, en el
instante mismo de ser ejecutada, vive,
convulsiones
de un acto reproductor y amoroso
animal que,
aun conociendo su destino, persiste, llena
y acaba.
Que no te
tiemble la mano, no es lo tuyo,
si algo fui
para vos, no me dejes caer
en lo
desvirtuado, en la deformación de la memoria,
no me leas dos
veces, siempre fuente, semen negrísimo,
de
interpretaciones posibles,
aniquilada sin
remedio,
te pido, te
suplico, como acto generoso de intérprete,
que apenas
roces el punto final, respires,
silencio
obligado, y hagas desaparecer estos poemas,
los tapes con
tierra, los abandones
para que algo
de mí, alguna vez, aunque sea un poco
se parezca a
la música.
Marina Serrano (Quequén, Argentina, 1973). «Relaciones entre música y poesía», en Variaciones Argerich (Ediciones del Dock, 2019).