👉Teniendo en cuenta tu propia
experiencia con la poesía, ¿es el discurso del poema realmente un discurso
involuntario?
No estoy seguro de que nuestra
escritura esté compuesta de fenómenos involuntarios. Sería otorgarle demasiado
crédito a la causalidad. Considero – según mi propia experiencia, hasta ahora –
que el poema es una construcción constante: estamos redactando, corrigiendo y
tramando nuevas formas de acuerdo a nuestra propia neurosis todo el tiempo. El
discurso que trae el poema vendría a ser como una relectura de lo que somos, de
lo que estamos fraguando. A veces resulta y a veces no. El poema también puede
ser una medida de esa búsqueda: su contenido, su arco dramático, su forma o su
falta de forma son, de alguna manera, voluntarios siempre. A veces es tentador
pensar que nosotros no estamos haciendo poesía sino que la poesía nos
hace. Pero eso siempre me pareció un slogan para disfrazar la
jactancia: el poema se mueve por voluntad, con propósito. Y en su misma
conciencia entrama una pulsión misteriosa, pero son aguas del mismo río.
Mario Flores (Tartagal, Provincia de Salta, Argentina, 1990). Escritor y editor independiente. Dirigió el proyecto editorial para la difusión de poesía contemporánea y alternativa «Cuaderno de Elefantes», desde 2014 a 2017. En noviembre de 2016 representó a la provincia de Salta en la 8º edición del Festival de Poesía Joven, organizado por APOA (Asociación de Poetas Argentinos). En 2017 fue seleccionado en la categoría Literatura de la Residencia ENCIENDE de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires. Forma parte del actual 13º Festival Internacional de Poesía de Buenos Aires. Publicó Escala de Richter para la melancolía (2014), Nosotros niños mutantes (2015), Manual de origami (Cuaderno de elefantes, 2015), Introspectiva (Cuaderno de elefantes, 2015), Poesía para pasajeros urbanos con auriculares (Cuaderno de elefantes, 2016), Cuando llegue el fin de los tiempos (Almadegoma Ediciones, 2017) y Un silencioso modo de arder (Peces de ciudad, 2017).