👉 “ME CAIGO Y ME LEVANTO” (1967)
👉 “ME CAIGO Y ME LEVANTO” (1967)
Había otro perfume que
el mar repetía,
otro portal de balneario
desnudo, otro Santo,
salpicado de sal
atlántica y de médanos inflados.
Había otro tarareo de
armónica
pernoctando en la
orilla,
que prometía epopeyas,
apadrinaba edificios y amontonaba febreros
–confundidos a veces con la efervescencia náutica
en el vaivén de un
muelle
o en el danzar derretido
de las matas bosquejadas que forman los tamariscos–
Había otro suelo calado
de aguas de Gruta,
castillos de arena
ilesos,
supervivientes épicos de
sudestadas y de Fiestas Nacionales.
Había otro perfume a
playa aceitunada,
otra vereda crecida,
otro costal de almejas que el mar cuchicheaba.
Había otro barco
amodorrado fantaseando corvinas rubias,
y otro poco de olores
con viento norte.
Había otro recuerdo
urgente,
otro virar en pausa de
intrusos conocidos que juntan hojas de pino,
de carpas y parasoles
que suspiran fuego,
de pasajeros perdidos
que vuelven a casa.
y es el borroso tramo
del reloj
esta vez
el que nos escurre los
labios por la mirilla
el que nos quema
a esas horas
sólo habla el viento con
los árboles más altos
y las sirenas
intermitentes del caos cívico
apenas se oyen roncar
en ese tramo
un único y auténtico
espasmo viene a buscarme
es tu mano
acomodada boca abajo
sobre el espeso letargo
sobreentendida
desabrigada
en permanente
sincretismo tántrico con la mía
vívida
íntima
impostergable
Inédito, 2012.
una palabra me ahoga
me refrigera / me
embosca / me atufa
una palabra me sospecha
me desarma / me filtra
me encarece los
lapiceros y los cuadernos vacíos
una palabra / múltiple
/ extraordinaria / voz
una palabra me peca
y me atropella después
las penitencias
me arde los vientos
me termina
una palabra me ahoga
me aviva las dicciones
atravesadas
a veces me sostiene y a
veces me suelta
a veces me guarda
y a veces me oculta.
Fragmento de poema inédito, leído en el marco de la 9º Feria del Libro
realizada
en Mar del Plata (noviembre de 2013).
III- rescate
Decía
un sueño mío que Ella llegaba siempre en el primer tren.
Se me colgaba del cuello después de entregar el ticket al inspector vial y caminaba con ese argot seductor de inocencia vanidosa hasta la proa, no tanto para evitar el trasbordo, sino para quedarse mirando un momento la ciudad desde arriba.
Se sacaba su disfraz de "pastora Marcela", me perdonaba con un beso este escribir atrevido y despechado y me hacía pasajera Vip de su versión de los hechos, aleccionándome gratis sobre cómo aprestar los recuerdos para que duelan menos y cómo hacer que las lágrimas duren más en el destierro.
Nunca nos llamábamos a los gritos porque, para cuando esa había abandonado escéptica la retaguardia de mi escenario nominal, ella había dejado de andar por el andén con el anda a cuestas, y nuestros nombres se volvían más cortos y más viscosos.
En ese sueño, a mí me gustaba cortar los jueves por la mitad y pedirle luego al chofer que subiera el aire al máximo, para disimular el frío que me causaba su noviazgo acartonado con el chico de buen pasar, ese que la esperaba en la otra cuadra, ese que la ayudaba a ser más acorde a la regla, ese que la besaba histriónico a la vista de todos en la placita de la esquina.
Casi siempre después del saludo fingido –en la fila para entrar a alguna embajada– se me daba por inventar libertades.
Eso fue cuando empezaba a pensarla de este lado.
Eso fue cuando empezaba a imaginarme arrancando la puerta a patadas, tirando desesperada de la manija oxidada y sin brillo, desparramando por el piso las botas de cuero que nunca se puso para ir a bailar y liberándola –cual caballero manchego insano– del vaho a naftalina gastada que suelen vomitar los armarios empotrados, para cargarla heroica en los brazos que otrora rechazara, escaparnos lentas por el agujero de la cerradura y, a mitad de camino, vestirla de nosotras, deshacer el hechizo, llevarla de viaje hasta el deseo hervido de nuestros sexos no opuestos.
Fragmento
de "Exilio en tres re", poema en prosa seleccionado para
la antología internacional 2013 del Colectivo Literario Puertorriqueño Ó.
👉 PARTE I
👉 PARTE II
de alguna u otra manera
todas las respuestas que lleguen a dar
las omisiones
se pueden traducir
se pueden apilar hacia los estes y los
oestes
tal como las esperanzas perdidas
y las telas de araña
en definitiva
–en el muy definitivo de los casos–
sigue siendo cosa de todos los días
la limpieza doméstica de nuestras
viejas costumbres,
el aliento a amoníaco que sueltan los huecos de nuestros pensamientos,
pisarle la cara a la baldosa
y salir corriendo por las gargantas
tapizadas de nuestros nombres,
de nuestras incontinencias.
Inédito, 2013.
II- rescoldo
Hacía
tiempo que, de este lado, yo la esperaba en la estación.
De este lado, la Penélope tragicómica, inadmitida del sistema por exceso de espesor poético, seguía tejiendo y destejiendo versitos becquerianos de verano inacabado, sangrados de la herida misma que dicen siempre que se está por cerrar, achicharrados con la brasa misma que dicen siempre que se está por apagar.
De
este lado aguardaba yo, con el pasaporte sellado y firmado ya en el margen
derecho, con el boleto de avión cortado ya por el troquelado hipócrita de lo
distinto, con el champagne afrutado que andaba sirviendo la azafata a todas
horas.
Tenía también, hacía tiempo, el camarote listo, la llave de la habitación a estrenar del hotel cinco estrellas (con pensión completa y todas las excursiones incluidas), la postal nocturna con la Eiffel atrás, el desayuno en la cama, el servicio al cuarto, y el equipaje ya vacío, ya cargado en la cabinita de primera clase esperando el próximo destino, ya manoseado por el aparatito ruidoso de la aduana y ya desaparecido misteriosamente en el aeropuerto, porque total no iba a hacer falta para morder las curvas prohibidas de la cadera vecina.
De este lado estaba yo, la Robinson Crusoe de su dormir aletargado sobre el pecho peludo de quien llevare tal vez –como todo mérito– el seudónimo de pila del supuesto autor de la obra.
Fragmento
de "Exilio en tres re", poema en prosa seleccionado para
la antología internacional 2013 del Colectivo Literario Puertorriqueño Ó.
👉 PARTE I
I- rescisión
Hacía tiempo que los cajoncitos de pino barnizado de los calzones y las medias tres cuarto la habían cansado.
Buscaba otra cosa –se daba cuenta– y no era en el estante de zapatitos Sarkany donde la iba a encontrar.
Se había fijado también que la manija brillosa de la corrediza había dejado de brillar, y no le daban ya ganas de pasarle lustra muebles, ni de quedarse mirando un rato, mientras lustraba, los pósteres de los muchachos bien dotados que ella misma había pegado con cinta scotch en la madera ploteada.
Empezaba
a pensarse del otro lado.
Empezaba a tirar de la hilacha del encantamiento y a buscar en las guías turísticas la receta para el antídoto.
Empezaba a verse lejos de las perchas de plástico sintético, que se le clavaban en las costillas cada vez que se compraba algún saquito de moda nuevo, alguna camisita con bordados en rosa fuerte, algún pantaloncito ajustado de etiqueta yanqui.
Odiaba,
además, el primer piso.
No
entendía cómo resultaba posible ese amontonarse cínico de tantos bártulos
inservibles, esa supervivencia amotinada toda junta en un hueco oscurecido, ese
empujarse con violencia de tanta cosa suelta.
La ropa vieja, el paraguas roto, el patín oxidado, la toalla robada del hotelucho de mala muerte con nombre de dios griego, el trajecito de estampado retro, la alfombra hedionda y mal enrollada, el juguete de la infancia olvidada, las fotos nunca mostradas de los quince, la pieza perdida del instrumento musical jamás armado, la envoltura del primer chocolate, la plancha en desuso, la radio a medio sintonizar.
Todo era un solo de la multitud que se agolpaba en el conventillo superior.
Los
sweaters de la tercera tabla eran los únicos que le resultaban medianamente
simpáticos.
Los tenía siempre a mano para disimular el frío que le causaba la mentira mediocre del noviazgo acartonado con el chico de buen pasar, ese que venía todos los jueves a cenar a casa, ese que le tocaba la pierna por debajo de la mesa.
Casi
siempre después del amor fingido se le daba por inventar libertades.
Las apretaba contra la sábana recién mojada y las dejaba desparramarse por adentro, lejos de las carteras acharoladas de industria nacional, lejos de las cajitas lila llenas de cosméticos y hebillitas para el pelo.
Se pensaba del otro lado.
Soñaba
sueños borrachos de orgullo multifruta, expediciones salpicadas de esas
cosquillas sedientas que da el besar los labios de otra, señales de tránsito
derretidas por el roce húmedo de las comisuras semiabiertas, caras arrugadas de
tanto placer safista y de tanta risa en conserva recién sacada de la lata.
Soñaba, una vez, sueños plurales.
Eso fue cuando empezaba a pensarse fuera.
Eso fue cuando empezaba a pensar en ese hacer rápido las maletas, en ese escaparse lento por el agujero de la cerradura, en ese desertar de la rutina circense y cruzar la vereda para pararse erguida sobre la pista de aterrizaje.
Fragmento de "Exilio en tres re", poema en prosa seleccionado para la antología internacional 2013 del Colectivo Literario Puertorriqueño Ó.
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