(Fragmento de la obra seleccionada por el Colectivo Literario
Puertorriqueño Ó)
II – rescoldo
Hacía tiempo que, de este lado, yo la esperaba en la estación.
De este lado, la
Penélope tragicómica, desadmitida
del sistema por exceso de espesor poético, seguía tejiendo y destejiendo
versitos becquerianos de verano inacabado, sangrados de la herida misma que
dicen siempre que se está por cerrar, achicharrados con la brasa misma que
dicen siempre que se está por apagar.
De este lado aguardaba yo, con el pasaporte sellado y firmado ya
en el margen derecho, con el boleto de avión cortado ya por el troquelado
hipócrita de lo distinto, con el champagne afrutado que andaba sirviendo la
azafata a todas horas.
Tenía también, hacía tiempo, el camarote listo, la llave de la
habitación a estrenar del hotel cinco estrellas (con pensión completa y todas
las excursiones incluidas), la postal nocturna con la
Eiffel atrás, el desayuno en la
cama, el servicio al cuarto, y el equipaje ya vacío, ya cargado en la cabinita
de primera clase esperando el próximo destino, ya manoseado por el aparatito
ruidoso de la aduana, y ya desaparecido misteriosamente en el aeropuerto,
porque total no iba a hacer falta para morder las curvas prohibidas de la
cadera vecina.