repetir la maniobra
y abrir la puerta
con la única intención
/ (con la única nociva intención)
de probar una
vez más el juego de llaves
nuevo y
repulsivamente brillante
que se interna
con una mueca cinética perfecta
en la
cerradura
como si de ese
gesto inconmovible dependiera
la resistencia
y el desconsuelo más dramático
de quien lo
ejecuta
ahora que lo
pienso
la afección
desmedida
por aquello
que en rigor nos es
y nos será
siempre
ajeno
debería
también ser
como un juego
nuevo de llaves
algo esencial
e
irreversiblemente definitivo podría manifestársenos
si en lugar de
obsesionarnos
con el deseo
frenético
de esa
apertura
proyectáramos
la obcecación hacia el lockout
de cualquier
epifanía
que pudiera
sobrevenirnos