Yo quería vivir, quería más. Tenía
diecisiete y cursaba el último año de la secundaria. A Gabriel lo habían echado
del colegio en cuarto, y había ingresado en la escuela de Bellas Artes de
Rosario. Venía a verme al colegio, a sacarme del colegio. En tercer año
descubrieron papelitos con pornografía, según dijeron, y decidieron hacer una
limpieza en toda la escuela. La profesora de geografía revisó mi curso, y se
encontró con la carpeta secreta de mis versos. Me la sacó. Qué tragedia. Al día
siguiente se acercó a la Veiga, a una cuadra del colegio, y me devolvió la
carpeta, me pidió disculpas y se hizo mi mentora. Los poemas eran poemas de
amor a mi profesora de literatura. Nada dijo, fue un secreto entre las dos.
Pero en quinto, cuando ya era mala en serio, con amonestaciones y amenazas de
expulsión, me enamoré de la profesora de filosofía, y esto decidió mis lecturas
y mi entrada a la universidad. Ya había leído más que cualquier estudiante
universitario de letras, y sabía que ahí podía sola, en filo todavía no. Se
estaba acabando el martirio, la pesadilla de la secundaria que era una cárcel o
un hospital psiquiátrico, como diría Foucault. Sólo quería las calles de
Rosario, la libertad.
Diana Bellessi. Zavalla, con z,
(Fragmento).