“En mi caso las palabras son cosas y las cosas son palabras. Como no tengo cosas, mejor dicho, me es imposible otorgarles realidad, las nombro y creo en su nombre (el nombre se vuelve real y la cosa nombrada se esfuma; es la fantasma del nombre). Ahora sé porqué sueño con escribir poemas-objetos. Es mi sed de realidad, mi sueño de una especie de materialismo dentro del sueño.”
“Peligroso momento cuando el poeta deja
de decir yo para señalar las cosas exclusivamente.
Terrible transición (…). En verdad, decir yo es un acto de fe.
Nada más desolador que un poema que señala las cosas en lo que tienen de mudas
e inertes.
La poesía se convierte entonces en un
juego, en una búsqueda de palabras bellas que no signifiquen (…). Cuando el
poeta no se enuncia ni se erige para celebrar o maldecir aparece el silencio de
la desesperación pura, de la espera sin desenlace. Y sin embargo es también
canto, es voz, es decir en vez de no. Es aún una prueba de fe. La última.”
Alejandra Pizarnik. Nueva Correspondencia
(1955-1972), 2017.