“De Argentina tengo los mejores recuerdos”, me dijo. “Quiero decir,
además de haberme dado asilo político, es un país maravilloso”. Más tarde
hablamos, entre otras cosas, sobre sus veranos locos en Mar del Plata junto a
su gran amigo Enrique (1), sobre la cantidad infinita de veces que le había
tocado leer junto a Olga (2), y sobre su incondicional amistad con Leónidas
(3)… “era como un hermano para mí”, tiró.
Jacobo se me acercó para charlar mientras esperábamos el bus que
nos llevaría a Arganda del Rey. Nos fuimos por las ramas, obvio. No alcanzamos
a conversar nada sobre el tinte volado y apocalíptico de su último libro, ni
sobre el embole académico que debe ser la RAE (a la que pertenece como miembro
extranjero). No obstante, se dio el lujo de aggiornarnos acerca de las posibles
combinaciones de Metro convenientes a tener en cuenta durante nuestra estadía
en Madrid.
Minutos antes de sacarnos esta foto, se guardó un Quemar el fuego© en su bolsito, y me
pidió que lo esperara porque tenía que arreglarse la camisa y abrocharse bien el
saco.
Estupefacta.
(1) Enrique Molina | (2) Olga Orozco | (3)
Leónidas Lamborghini
24 de Octubre de 2017 | Junto a Jacobo Rauskin
(Villarica, Paraguay, 1941)