enero 18, 2019

TODO LO QUE NO SE VE / VA A CAER


Todo lo que no se ve

va a caer.

 

Enumeraste imparable.

 

Cucarachas, arañas, polillas, piojos, víboras, ratas

larvas de toda clase, huevitos de dragones, fosforescencias de ave

fénix

sí, todo eso se puede juntar

en un depto pequeño y no

verse

panaderos, pelusas, hojas secas, libélulas

un grillo que murió cantando, hormigas negras y rojas, 

grandes inmensas migas de galletas, graves trozos de arroz compactado

dos perlitas de aros distintos, tres arandelas que no corresponden

un dibujo arrugado, una figurita autoadhesiva con brillantina

ya no pega

nada pega con nada

restos arqueológicos, bichos antiguos, herramientas en desuso,

lapiceras disfuncionales, una

explotada

marcadores que iluminaban un camino y lápices sin puntas

algunos mordidos, siempre lamidos

por mí

clips que agarraban mensajes trascendentes, una nota

con letra borroneada en vías

de extinción

 

Afirmaste varias veces, tranquilo y seguro

experto

 

Todo lo que no se ve

va a caer.

 

Estos restos, estos insectos

muertos o a punto

de hacer el acto

de desaparición vital

el acto de yacer

última transformación

reguero escondido de cadáveres

reguero a la vista de libros por abrir

reguero de autores

vivos, muertos o a punto

de quedar impresos

morir a lo inédito morir al secreto 

cajón

vida afuera una portada

una nueva máscara

poética lista para desordenarse

autores

calaveras

letras impresas

desciframiento

charla que arroja

libros como piedras, mariposas, nubes, más insectos

con unos te golpeo

con otros te acaricio

con unos te impresiono

con otros te beso

libros salvajes éstos

se crían con bichos, empollan huevos, se dejan recorrer

patitas y polvo

y nuestras lenguas que no paran

de mirarse

y nuestros ojos

que descubren letras

se tatúan en el cuerpo apenas revelado

en un movimiento esquivo

(casi no se ve)

o, quizás

impetuoso

en un movimiento que

puede cambiar todo

prender fuego

un movimiento solo

hacernos de nuevo

un movimiento

lenguas susurros gritos

un movimiento

seremos

(no se ve)

cenizas

y cenizas

quedan

dispuestas a caer, a bañar los restos de ese depto bosque

lluvia que hace visible

qué somos o fuimos

cenizas

ligeramente se ven y vuelan y caen

otra vez.


De Amarillo (amar y yo) AmorAtada, vol. 2, Viajera, 2016.

 

No voy a dejar que me lo saques.

Un recuerdo es todo:

vos cantabas a mi lado, rozándome, agarrándome, simulando que gritabas en mi oído

cara cantante pop

los ojos cerrados

arrugándolos de apretados

reíamos

vos cantabas leadersinger

y yo me unía

yo que nunca canto porque-no-sé-me-da-vergüenza

con vos cantaba y me dejaba

llevar

y fuimos hasta un lugar color naranja

y nos perdíamos en los ojos en las manos

nunca había tocado

algo así

sin cuerpo

entero

como si fuera ciega

de tanto mirar

de tanto sentir

y ahora querés sacármelo

sobreimprimirte negro y duro

voz glacial, profesional

olor a nada o a contrato

corrompido

faústico

cuando era –siempre antes era– siempre antes es la ilusión–

ser libres

sacarse lo que cubre

ser ideas

quedar carne expuesta

bebé

gozar

y que el mundo se apagara

y que todo se fuera

al diablo

nosotros hundidos en la música naranja

en las letras acolchonadas

en las manos elegidas.

 

Eso.

 

Ese antes.

 

No voy a dejar que me lo saques.

Lo tengo tatuado en un poro secreto

revive en mi sudor

apenas agua mágica

con mi aspirar

polvo

se hace

nota

real.

 

Lo lamento

por vos.

 

Ahora te veo lejano, irremediable.

Tu contorno te aprisiona, te ciñe apretado

veo el borde negro y grueso

y no salís

no salís.

 

¿Qué pasó?

 

No sé ver lo que viste

una gorgona parece

¿soy yo?

 

Pero no te preocupes.

No te miro más.

Quizás así se te caiga la costra

esa capa de cuervo

la costura bruta, impenetrable

que el demonio te regaló

ese cumpleaños adolescente cuando decidiste

perderte definitivo

arrastrarte en el piso a comer

tocar en lo débil y ganar

del lado que empantana y huele

mal

que me pese

mal

que me sienta

mal

cómo duele ay!
mal

cómo duele

no poder cambiar lo que tenía futuro y se secó se cayó se rompió.

 

Te veo y no puedo

quiero y no puedo

empezaste a comer

mi mano

(¡mi mano! tendida está carcomida, no tengo uñas y se descascara la piel)

ay

que bailábamos

que cantábamos

juntos

tumanomimano

y reíamos tanto

sin acabar

nunca

atrapados los ojos tapiados

tapados los muertos

tapiados

mientras, un poco más

allá

tercero

el diablo se ríe

(viendo falso “nuestro”

reír)

cómo se ríe

de los degollados

de los confundidos

de los desalmados.

 

De Amarillo (amar y yo) Ocre, vol. 1, por Textos Intrusos, 2015; Viajera, 2018.

 

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Karina Macció (Buenos Aires, 1974). Escritora, editora, traductora, docente y gestora cultural. Licenciada y profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Dicta semiología en el Instituto Carlos Pellegrini. Dirige Siempre de Viaje – Literatura en Progreso, espacio de talleres de lectura, escritura y traducción. En 2008 crea Viajera Editorial, dedicada a la literatura contemporánea, con especial énfasis en la poesía y la escritura poética. Sus traducciones de S.T.Coleridge, Tennyson, Poe, Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Plath, Hughes y Sexton han sido publicadas en diversas revistas especializadas. Publicó Pupilas estrelladas (Siesta, 1998), Ferina (La bohemia, 2001), Lestrygonia (Aurelia Rivera, 2003), Impresos en rojo (Gog y Magog, 2006), La pérdida o La perdida (Viajera, 2008), Diario de la transformación (Viajera, 2011), Mis Peores Poemas de Amor primero en español (Siempre de Viaje Ediciones, 2012), Amarillo (Amar y yo) Ocre (Textos Intrusos, 2015), AmorAtada (Viajera Editorial, 2018), entre otros.