enero 06, 2019

LAS BURBUJAS DE LA FELICIDAD


John Pemberton tiene treinta y un años cuando la Guerra de Secesión termina. Se había batido a las órdenes del general Joe Wheeler en Georgia, y la derrota del Sur lo dejará en la miseria. Ex estudiante de farmacia, Pemberton es un apasionado de la alquimia en un tiempo en el que casi todo está por inventarse. En 1869, casado con Clifford Lewis, hastiado de la vida pueblerina de Columbus, decide instalarse en la capital del Estado, Atlanta. Pemberton es, sin saberlo quizá, un pionero americano. (…) Su pasión, en la época de los inventores, es la búsqueda de nuevos medicamentos para enfermedades vulgares.

(…) Entusiasmado por las posibilidades del negocio, decepcionado quizá por su fracaso en el campo de la medicina, Pemberton decide retomar una vieja fórmula (…), mezcla de vino y extracto de coca. Se propone lograr un jarabe tonificante, que alivie el dolor de cabeza, la melancolía de los viajeros y los efectos de la borrachera. Descarta el alcohol y se sumerge en una febril búsqueda de hierbas y frutas antes desdeñadas. Mezcla, agita, deja reposar, prepara un fuego de leña, calienta su brebaje en una vasija de cobre, le agrega azúcar, cafeína, hojas de coca y, en abril de 1886, descubre, sin saberlo todavía, lo que iba a ser el más gigantesco símbolo del capitalismo moderno: la Coca-Cola.

(…) Pemberton creía haber fabricado una bebida distinta de las otras, pero nada más. En sus alambiques tenía un jarabe denso y meloso, repugnante, al que había que diluir en una abundante cantidad de agua. Para venderlo, cuenta por toda la ciudad que se trata del mejor remedio jamás inventado para disipar la resaca del alcohol. Consigue, entonces, una vasta clientela que acude a su bar con la esperanza de borrar las brumas de una noche de juerga. Un mes más tarde, un forastero le proporcionará la clave para entrar en la historia. Tambaleante, llevado por el rumor público, entra al bar de Pemberton y pide un vaso “de esa cosa que usted fabrica para ayudar a los borrachos”. Cansado de tanto ir y venir hasta la máquina, Pemberton sirve el brebaje mezclado con agua gaseosa. El forastero se toma tantos vasos que la botella se vacía y el farmacéutico le sirve el siguiente con agua de la canilla, como lo hacía siempre. El borracho escupe y exclama:

- ¿Y las burbujas? ¿Dónde están las burbujas? ¡Sin las burbujas esta porquería es intomable!

 


Osvaldo Soriano. “Coca Cola: Historia de un símbolo del capitalismo moderno”, en Revista Crisis, mayo de 1986.

 

TEXTO COMPLETO 👉 «COCA-COLA ES ASÍ»