OCASO
La tarde se apagaba
en mí.
Al costado de la calle
entre la basura cotidiana
vi montañitas de vidrios:
botellas rotas
parabrisas deshechos
focos triturados.
Alguien
se había preocupado
por amontonarlos junto al cordón
como queriendo preservarlos
o apartarlos del camino.
Nunca vi los restos de tantos impactos
en un sólo paseo.
El sol caía
y los últimos rayos aún se reflejaban
en esos puñados filosos.
Por calles cada vez más oscuras
caminamos partidos, astillados
reducidos a fragmentos
bajo una luz tímida
que insiste en hacernos brillar.
REVERSO
Me cansan los arcoíris
y los pegasitos multicolores
pintados en cada bolso
bordados en cada bufanda
impresos en cada guante
mochila taza lápiz gorra
cepillo pin cartera vinchita
que ofrece Todomoda
con la frase en inglés
“seamos unicornios”
o “los unicornios son reales”.
Te pregunto el porqué de esa simbología
y mientras pienso en cuán real es el amor
me sonreís.
Hoy hice copias de las llaves de casa
y te las di en un llavero de unicornio.
FLUIRSE
Te metés en la ducha
aunque ya te hayas bañado
pero volvés para soltar ríos
y no escuchar la corriente
y su murmullo de silencios gorgoteantes
y nadás océanos
y esquivás corales
sin culpa
aunque desperdicies diez minutos cúbicos
de tiempo potable.
Y no te alcanza Heráclito
ni toda la filosofía presocrática
para entender que sos el agua
dulce y salada
que se filtra por el desagüe
y se pierde
y se desliza
y se funde
salada y dulce
en un mismo mar
mezclado
compartido.
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Washington Atencio (Lucas González,
Entre Ríos, 1986). Profesor de Lengua y Literatura. Ha participado en diversos
encuentros de poesía y algunos de sus textos circulan a través de redes
sociales. Reside actualmente en Paraná, donde dicta clases de Literatura y de
griego clásico a nivel terciario y universitario.