No sé, pero quizás me
esté yendo de algo, de todo,
de la mañana, del
olor frío de los árboles o del íntimo sabor
de mi mano.
Pero estas llamas y
la lluvia bajan por la tarde del día elevadas,
con su trabajo cruel
y afanoso, con el terror de la primavera
y el tiempo y la
noche vanamente disueltos en su impaciencia.
Yo sé que estoy
mirando, extendido, sin atender
lo que el polvo y el
abandono ocultan de mi cuerpo y de mi lengua.
(…) Soy el ido, el
variante del cielo,
de la calle muerta en
las nubes,
su entretenimiento
como un pájaro.
Ricardo
Molinari; Estas cosas (frg)