En el no sé dónde
los granos de lechuga se
plantan en hebras
y las aguas vivas
tienen Singers a pedal
del siglo pasado,
apolilladas en el sótano,
para marroquineriarse
los tentáculos
y morir jóvenes y secas.
A los pueblerinos
la letra manuscrita no
se les entiende y,
a juzgar por las tazas,
llevan tiempo sin leerse
las borras.
Por último –hay que
decirlo–
los zodíacos están
terminantemente prohibidos,
aunque, en la más dura
de las tapas blandas,
los arrebatos de
Cannabis sativa
–así como las manchas de
impresora y las peleas de medianera–
suelen estar pluralmente
aplaudidos,
además de ser
voluntarios
y, por supuesto,
obligatorios.
Inédito, 2013.