«Aparentemente
cada cosa tiene su sustituto. Sustitución que se sucede infinitamente. Yo
creo que nada se reemplaza.
En
este momento, estoy escribiendo sobre la mesita de un café. A intervalos
imprecisos suspendo la pérdida del líquido tinta para compensarla mediante el
líquido té. Sé que es una sustitución irrazonable. No cuerda. Pero no es esto
lo que yo quiero expresar. Intento fijar este momento
in-sus-ti-tu-i-ble. Mañana podré estar acá de nuevo haciendo y pensando lo
mismo. Pero nada se igualará a esta inefable presencia angustiosamente
temporal.
Ninguna
dificultad se compara a la de explicar pacientemente a una persona mediocre la
raíz de nuestro desencasillamiento. De nuestro inconformismo. De nuestra
inmoralidad.
El
hastío es una botella llena de agua mineral con un pequeñísimo agujero en el
fondo; cada minuto pierde una gota. Es cuestión de esperar que se vacíe o
estrellarla aguantando el infernal estrépito.»
Alejandra Pizarnik, Diarios, Junio de 1955.