ALGUNAS
GRANDES COSAS HEREDÉ DE MI MADRE
De
mi madre heredé la costumbre de mirar a la gente
qué
distante parecen
no
comparten nada de su naturaleza
ni
de cómo sobrevivir
en
un mundo en donde el tiempo pasa
en
caminar en círculos
no
saben qué hacer con las manos
ni
con las grandes ausencias
y
los misterios de la vida
porque
no esperan la vida con miedo ni temor
o
será que esperan la vida de siempre
la
misma vida de Whitman
cruzando
en el ferry de Brooklyn
en el
mismo viejo rol
que
empuja hacia adelante
serán
como los girasoles:
no
esperan a nadie más que a sí mismos.
de
mi madre heredé la costumbre de algunos mitos
y
de encontrar los métodos de romper
cuando
los tiempos cambian
mi
madre es capaz de continuar
el
día y la noche con el día siguiente
y
todas las noches
nunca
olvida su papel
hace
tres vidas atrás para no morirse
es
decir: para completar los deseos ancestrales de familia
supo
que estábamos hechos en verdad para el peregrinaje
ese
cuenco de barro o de viento o de muerte
que
divide al horizonte y donde es fácil vivir
si
estás noblemente diseñado para dejarte vencer
por
el desaliento.
de
mi madre heredé la costumbre
de
llamar las cosas por su nombre:
un
mecanismo de sugestión
de
quien quiere ver el cielo en el océano
tan
semejantes a las horas
que
solo advierto de regreso
cuando
predico el gran pronóstico
dependiendo
del modo en que la nube se rompa.
algunas
grandes cosas heredé de mi madre
como
los mares y las islas
y
lo que dice una mujer
cuando
sabe lo que quiere sin remordimientos
este
encender la lámpara para luego apagarla
esta
inquietud de insecto que vibra en el vuelo
y
este recuerdo de que la vida existe
más
allá de los papeles acumulados y las marcas.
SOBREVIVIENTES
Ya
no esperas nada de la hora que se fuga
que
se mata poco a poco
de
las horas sin piedad
imperativas
del día y del comienzo
la
hora que fue antes
con
fecha de caducidad
la
hora cumplida
la
hora que tengo en esta casa prestada
sangrecita
del hierro
por
fin te has dormido.
la
hora que se había esperado:
en
la hora de la hecatombe final
y
en la hora de los jardines
la
hora de la rosa a la luz de una luna
y
la hora que otros no supieron olvidar
la
hora de la vigilia duró bastante tiempo
la
hora de las huelgas de los tiroteos nocturnos en la dársena
la
hora de la palabra dolor
y
la hora de los que visten de amor lo que miran
la
hora que recuerda mi niñez
cien
años luego sigue viva
en
esa hora intacta invulnerable
de
la hora del desvelo
y
en todos los rincones de la casa
yo
comparto una hora delicada y terrible
en
mi mano apretada
y
una voz blanca
que
conduce hacia el silencio.
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Yosie Crespo (Cuba/EEUU, 1979).
Poeta y narradora. Con Solárium obtuvo en 2011 el Primer
Premio "Nuevos Valores de la Poesía Hispana", convocado por Ediciones
Baquiana y el CCE (Centro Cultural Español) de Miami, EEUU. Ese año recibió
también el Primer Premio del IV Concurso Juvenil de Poesía Federico García
Lorca y fue Premio Internacional en la categoría Cuento Corto de la Feria
Internacional del Libro de Buenos Aires. Otro de sus poemarios, Como si
fueran grullas fugitivas, resultó finalista del Premio Paz de Poesía 2016,
convocado por National Poetry Series (NY). Publicó Solárium (2011), La
ruta del pájaro sobre mi cabeza (Ediciones Torremozas, España, 2013)
y Caravana (El Quirófano Ediciones, Ecuador, 2015). Sus trabajos
aparecen regularmente en numerosas revistas y antologías digitales e
impresas.