«Incluso sin ser actriz ni haber pertenecido al teatro griego, uso una
máscara. Aquella misma que en los partos de adolescencia se elige para no
quedar desnudo por el resto de la lucha. No, no es que se haga mal en dejar el
propio rostro expuesto a la sensibilidad. Pero es que ese rostro que estaba
desnudo podría, al herirse, cerrarse sólo en súbita máscara involuntaria y
terrible. Es, pues, menos peligroso elegir sólo ser una persona.
Elegir la propia máscara es el primer gesto humano voluntario. Y solitario.
Pero cuando finalmente se fija la máscara a aquello que se eligió para
representarse y representar el mundo, el cuerpo gana una nueva firmeza, la
cabeza se yergue altiva como la de quien superó un obstáculo. La persona es.»
Clarice Lispector (1920-1977). Fragmento de Revelación de un mundo,
1984.
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«Si leo un libro y hace que mi cuerpo entero se sienta tan frío que no hay
fuego que lo pueda calentar, sé que eso es poesía. Si físicamente me siento
como si me levantasen la tapa de los sesos, sé que eso es poesía. Esta es la
única manera que tengo de saberlo. ¿Acaso hay alguna otra?»
Emily Dickinson (1830-1886)