—Es curioso que uno no puede estar sin encariñarse con algo… Es…
como si la mente segregara sentimiento, sin parar…
—¿Vos creés?
—… lo mismo que el
estómago segrega jugo para digerir.
—¿Te parece?
—Sí, como una canilla mal cerrada. Y esas gotas van cayendo sobre cualquier cosa,
no se las puede atajar.
—¿Por qué?
—Qué sé yo… porque
están rebalsando ya el vaso que las contiene.
Manuel Puig (1932-1990);
en El beso de la mujer araña (1976).