marzo 03, 2019

EMINENTES


«Barranquilla tenía un homosexual conocido, apodado “Tarzán”. Era famoso por perseguir adolescentes. Era un proscrito y objeto de burla. Cuando pasaba por mi casa, exhibiendo su impresionante musculatura, me repelía, aunque deseaba tener su conocimiento de los hombres. Junté las dos imágenes que conocía de la homosexualidad – Oscar Wilde y Tarzán – y creí que eso significaba que estaba condenado a una vida de ostracismo. Empecé a escribir más honestamente. Mis primeros esfuerzos literarios fueron sobre la lluvia, la niebla, la muerte, la falta de significados, el suicidio, la nada. Me enfrentaba al siguiente dilema: cómo escribir sobre mis sentimientos más profundos sin arriesgarme a ser perseguido. La escritura, por tanto, se convirtió en una terrible lucha por expresarme, censurándome al mismo tiempo. Comprendí que escribir era, en mi caso, una actividad arriesgada por lo que pudiera descubrir de mí mismo.»


Jaime Manrique; Maricones eminentes, 2000.