septiembre 05, 2019

«BUSCAR / EL COMIENZO DE TODO»


Comparto con ustedes este mega breve comentario que hice acerca de Magnética, librazo de Sabrina Usach 💗

Gracias a ella por este hermoso regalo y por su profunda y bella poesía  | 1000% recomendada! 



Conocí por primera vez el nombre de Sabrina Usach* hace unos años, en ocasión de participar junto a ella en la colección que publicara en aquel momento Baldíos en la Lengua, titulada «Plaza Prohibida». Muecas de una voz pájara, segundo libro de Sabrina, significó para mí el descubrimiento (prodigioso descubrimiento) de un nuevo modo de pensar la poesía, de circular libremente por impulsos escriturales mucho más íntimos, despojados por completo de formalismos y volcados a un proyecto poético más profundo y desbordante.

Magnética (Ediciones Culturales de Mendoza, Premio Vendimia 2018), un regalo que recibí de manos de la propia Sabrina y que terminé devorando en el trayecto de un viaje de larga distancia, me acercó todavía más a esta idea casi omnipresente de escritura fugitiva, efímera en su lectura pero perenne y explosiva en su contenido, como si de una fuerza extraordinariamente poderosa se tratara, o como si ese fenómeno de atracción al que refiere el título se proyectara más allá del papel para invitarnos, hipnosis lírica de por medio, a una visita guiada por los rincones menos transitados de un pasado que queremos siempre vivo y de rodillas.

«Vuelvo a pasar por el baúl voy / de reverso», nos suelta la voz que inicia. Y «volver a pasar» convalida de forma explícita una idea subrayada de repaso que recorre todo el libro: hacer algo que ya se ha hecho, recapitular las marcas, las pausas, los espacios y las divergencias vividas, desde la ingenuidad pintoresca de la niña pero con la carga insoportable de la adultez en crudo y del paso implacable del tiempo, siempre monstruo y siempre violento: «allá en el fondo soy carnadura / de sangre balcánica venida / a otra piedra con esta aguja / magnética en la espalda».

Lo que viene a confesarnos el corazón generoso de este poemario, con su semblante íntimo y su potencia introspectiva, se encuentra hondamente atravesado por todo ese vapor inmóvil de melancolía y pesadumbre cotidianas, que fluctúa entre sus versos y que nos identifica de forma inequívoca como seres vulnerables y esencialmente indefensos. En este compendio de vivencias arraigadas halla la autora la posibilidad e imposibilidad de la escritura: «me ciñe el verbo aprieta la palabra y trae / estas crudezas que aún desconozco o no sé decir».

La nostalgia, la historia, la injusticia social, lo transformado y lo opresivo, e incluso aquello que parecíamos haber olvidado, sale a flote con su palabra. Un plato de sopa, una receta casera, una bicicleta que chilla, aromas, lazos, sonidos y silencios: simplezas de hogar y de infancia que vienen a buscarnos en el poema, que vienen a hacernos y a deshacernos.

Esa búsqueda axiomática a la que Alejo Carpentier nos induce desde el epígrafe fundacional de sus pasos perdidos («buscar» – como urgencia coyuntural – «el comienzo de todo») resulta un camino prácticamente recto hacia los diferentes desplazamientos y cavilaciones que pueden presentársenos mientras, justamente, buscamos. Y la poesía de Sabrina es esto: una pesquisa, una indagación. Un pasaje cíclico hacia el lenguaje pero también [y sobre todo] un paso hacia esa herencia semántica indeleble que nos va dejando el movimiento siempre oscilante del tiempo. Sus textos conforman una cinta uniforme de rodaje, planchas espontáneas de recuerdos, «poemas donde la hondura no teme, se arriesga», como precisamente adiciona el jurado en la contratapa.

La lejanía, la ausencia, la privación y la pérdida son los grandes destinos de un mapa que Magnética nos hace desplegar sobre la mesa: diapositivas ensambladas de un mismo esquema de sentidos; voces flotantes, puestas a revelar del mundo aquello que nos apresa, que nos prescribe o nos libera.





BAGATELA

alguien abre la cajita musical zumba

el tiempo en la palma frágil se cuaja

nace otra para elisa esos dedos son

de otro siglo cuando el viento

creó la cuerda que rueda muda

ahora bailan engranajes

del mismo silbido de metal

elisa el viento el éxtasis que los pulsa

enmudecen la mano sus arrugas

el temblor y el sudor detienen

la eternidad del momento

al cerrarse la cajita musical es nada


16 ÁLAMOS

cuando hablo de otoño quiero decir

troncos que me cuidaron hojas movibles

ramas atolondradas protectoras de nidos

y de la casa grande donde crecí

eran fuertes pero lo fue más

el avance civilizador que los hachó

hay que poner lindo el barrio

vamos a pavimentar el zanjón

ninguno de esos cegatos sabía

la envoltura de la sombra ni la desnudez

del sol de la orquesta pajarera

o la respiración de las tardes de zonda

por eso cuando pienso en otoño

siento el pellizco del viento porque

me carcome la ausencia de esas

almas taladas y la montaña

de hojas que no volveré a barrer


De Magnética (Ediciones Culturales de Mendoza, Premio Vendimia 2018)

-----------------------------------------------

*Sabrina Usach (Mendoza, Argentina, 1985). Poeta, narradora y ensayista. Profesora en Lengua y Literatura. Becaria del Taller de Capacitación en Poesía del Fondo Nacional de las Artes, dictado por Tamara Kamenszain (2013). Participó en diversos Festivales y Encuentros Internacionales de Poesía. Publicó Versos para beber hasta (Minerva, 2012), Muecas de una voz pájara (Baldíos en la Lengua, 2015) y Magnética (Ediciones Culturales de Mendoza, Premio Vendimia 2018).