Hay un golfo
que me raspa el hígado de la metrópoli
en la mitad de la espalda.
Me pregunta si la he visto,
si he sabido de ella.
En esa parte, la septentrional,
donde ella dibujaba sonidos y aplausos,
músicas y veranos,
es justo donde me dejé olvidadas todas las palabras,
es justo donde nos quedamos,
es justo
donde me duele.