se pone a caminar con
todas sus patas
con todas sus alas
sueltas
se pone a sumarse los
ojos
las cabezas
a erguirse las colas
los hilos del rostro se
le enredan
se le escapa la
correspondencia de las manos
no puede
ver bien el camino
ni abrir el sobre con
los dientes
se pone a caminar
con todos sus costados
incompletos
a seducir con la
entrepierna todos sus otros
a barrer con la lengua
las palabras secas
que le dejaron las camas
castas
que le dejaron las
plumas arrancadas de los pájaros sueltos
en todos los márgenes
hay un niño derramado
que lo sigue
para alcanzarle los
rostros
para quemarle las cartas
que dejó sin ensobrar
para salvarlo
de los arpones de los
peces búho
que le retienen el
peinado recogido y el caminar
Nota de la autora: Don Juan es un personaje literario arquetípico, configurado en la literatura española y con amplia influencia en la narrativa europea. También llamado “burlador” o “infamador”, se trata de un osado seductor, transgresor de toda ley divina o humana. El personaje y su actitud vital –denominada genéricamente “donjuanismo”– ha inspirado a numerosos ensayistas, poetas y narradores de renombre mundial, que vieron en esta figura desde un inmaduro patológico y afeminado, próximo al narcisismo y a la homosexualidad, hasta una figura satánica y rebelde, típicamente romántica.
Don Juan Tenorio, por su parte, constituye un drama
romántico basado en este mítico personaje, escrito y publicado en 1844 por el dramaturgo español José Zorrilla (1817-1893). Casi un siglo después, en
1949, el afamado pintor surrealista Salvador Dalí (1904-1989) confecciona
exquisitos bocetos para la escenografía y el diseño
de vestuario de la obra –como el que muestra la imagen que da sentido (de tenerlo) al poema– tributando así al libertino protagonista del texto de Zorrilla.