LA
DESOBEDIENCIA
Por
favor, dijiste: no hagas
de
mis palabras un poema
no
abras la herida porque
adentro
hay más herida
y
así al infinito
pero
yo
que
del amor hice una tumba
y
no me canso de cavar
te
someto a mi ficción:
necesito
que me quieras
como
quien vuelve a un país
y
no me importa lo que pidas
mi
poema dirá lo que podría haber sido
si
no hubiéramos callado
mi
poema dirá todas las cosas
que
no fueron:
la
casa que nunca construimos
el
deseo del que nunca nos curamos
las
mandarinas del otoño
que
no volveremos a comer.
Por
favor, dijiste y yo te digo no
por
primera vez y para siempre.
Alguien
de otro tiempo leerá
lo
que debiste haber sabido
alguien
de otro tiempo pensará
en
nosotros
en
todo aquello que perdimos
en
todas las cosas
que
dejamos perder.
DÉJÀ
VU
Al
borde del mundo está el mundo:
hay
que ir más allá para poder apreciar
el
brillo de la palabra brillo
la
oscuridad del verbo desear.
Hay
que aprender a mirar de cerca:
soy
un terreno baldío
un
tesoro saqueado
una
cuchara vacía en una mesa
muy
pobre.
Pienso
en vos cuando las cosas faltan.
Mentiría
si dijera que nunca tuve ganas
de
partir para poder despedirte
con
una lágrima en la mano
con
la memoria a rojo vivo
y
el corazón entre los dientes
mentiría
si dijera que nunca tuve ganas
de
partir para ser quien se va y no
quien
espera
mentiría
si dijera que no pienso
en
nosotros cuando escucho
un
plato contra el piso
cuando
veo en sus pedazos
la
imposibilidad de volverlos a juntar.
UN
BOCETO QUE NO SE PARECE A MÍ
Me
gustaría poder escribir
sin
pensar en el mañana
dejar
de vivir arrodillado
frente
a los días.
Nací
con un epígrafe
en
el lugar de la boca:
cada
palabra que pronuncio
sabe
a despedida
una
ceremonia incierta
donde
siempre estoy partiendo
a
otro lugar donde no estas
(y
yo tampoco)
cada
palabra que pronuncio
me
aleja de la tierra que quisiera habitar.
En
la escritura me busco y me repito.
Nací
con un epígrafe
en
el lugar de la boca:
cuando
callo me ahogo en las cosas
que
no digo
hasta
caer inconsciente en el fondo
de
mí mismo
hasta
volverme extranjero y olvidar
que
tengo lengua casa paisaje y país.
Lo
que no digo
es
siempre más que todo esto
mucho
más que esta mesa
y
estas tazas y este espanto.
En
la escritura me busco y me repito.
En
este poema tampoco estoy.
Ninguna
palabra es el fiel retrato
de
mi cuerpo.
POR
ESO ESCRIBO ESTE POEMA
En
mi poema existe el todavía
porque
me rehúso a escribir
la
palabra nunca
porque
en el fondo no quiero
que
esta historia termine
porque
en el fondo no quiero
que
esta historia sea contada por otros
que
esta historia sea narrada
por
la historia
y
omita los detalles pequeños
(que
son los únicos que importan).
Nadie
dirá por ejemplo
que
una vez despertaste diciendo
mi
nombre
que
me viste llorar más
que
nadie en esta tierra.
Nadie
dirá que me hiciste prometer
que
no iba a dejar de escribir otra vez
y
que por eso escribo este poema
por
eso insistí en escribir
tantos
otros
inleíbles,
avaros, tercos.
Yo
descreo de la belleza.
De
tanto caer mi cuerpo ya no sabe
si carga piedras o deseo.
Poemas
extraídos de Palabras Tectónicas (Inflorescencia Editorial, 2022)
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Pablo
Romero (Tucumán, 1999). Poeta, editor y traductor. Compiló junto a Rosa Berbel la
antología Orillas (2015), una muestra de poesía joven hispano-argentina.
Es autor de Los días de Babel (México, 2015) y su poesía fue traducida
parcialmente al italiano y al portugués. Desde 2019 codirige Aguacero Ediciones,
editorial de poesía y traducción con sedes en Buenos Aires y en San Miguel de
Tucumán. Residió en Eslovaquia como estudiante de intercambio de Rotary
International y traduce poesía eslava. Actualmente cursa el Profesorado y la
Licenciatura en Letras en la Universidad Nacional de Tucumán.