Como no soy
honesta en persona
busco ser
honesta en la poesía.
Si hablo
contigo, mirándote a los ojos,
miento porque
no tolero
evidenciar la
verdad.
Decir toda la
verdad
sería como
quedar desnuda.
Perdería mis
más preciados bienes:
distancia,
silencio, intimidad.
Quedaría
expuesta. Y me poseerías.
Equivaldría a
una total rendición
(a ti,
mirándote a los ojos).
Me mirarías
detenidamente.
Me tendrías en
tus manos.
Todos tus ojos
se me echarían encima.
De ahí en
adelante me vestirían
tus punzantes,
lascivas, deseosas abejas.
Que seas uno o
dos o muchos
da igual.
Siento como si, en realidad,
un par de ojos
fuera el enjambre entero.
Así que miento
(mirando tus ojos)
dejando sin
voz la esencia de las cosas
o bien
mostrándome como una copia
y no lo que
soy.
Uno debe ser
honesto en algún lugar.
Quiero serlo
en la poesía.
Con la palabra
escrita.
Donde pueda
decir y tachar
y volver a
decir y decir con rodeos
y decir por encima
de y decir entre líneas
y decir en
símbolos, en enigmas,
en doble
sentido, bajo las máscaras
de cada rasgo,
en la piel
de toda
criatura.
Y en mi propia
piel, desnuda.
De hecho me
siento feliz de anhelar
desnudarme en
la poesía,
imponer la
verdad
en el poema,
que, al
escribirlo, si es real,
no copia, me
diga,
y después a ti
(todo o nada, mirándonos)
mi entero yo,
la verdad.
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May Swenson (USA; 1913-1989). Poeta, escritora, docente, editora, traductora, dramaturga. Activista lesbiana. Recibió la Beca Guggenheim en 1959. Entre los años 1980 y 1989 se desempeñó como canciller de la Academia de Poetas Americanos.
Traducción:
Jeannette L. Clariond