Es una broma.
No sé cómo se puede
escribir sin usar por lo menos uno de tus siete apocalipsis,
(por lo menos uno de
tus giros semánticos más habituales).
Es una broma cuando
cierro todos los archivos sin haber
anotado nada,
cuando me invento
construcciones verbales tóxicas
porque no puedo
siquiera copiar de alguna parte,
manipular una oración
caprichosa a mi favor.
¿existe algún poema
que realmente
me pueda salvar?
¿algún salón con pisos
encerados de baldosas blancas
donde podamos de
verdad pisar?
Desde acá alcanzo a
ver la lista de palabras compuestas que sugirió el buscador. Elijo cualquiera
de entre las primeras y pienso en cuántas horas más de sed vas a ser capaz de
soportar.
Sobre el estigma
sarcástico de esta broma no hace falta decir mucho.
Ahora me doy cuenta de
que ese resto en la botella nunca fue tan nuestro. Y escribir esto nunca fue
tan fácil. Ni tan gracioso.
Foto: dreamstime.com