agosto 10, 2017

APAGÓN / EN LA CIUDAD



DESTIEMPO

Siempre caigo en el mismo sueño.

Siempre ingreso al laberinto

donde el monstruo aguarda, paciente y hambriento

en su centro incendiado.

Siempre estoy bajo la lluvia,

sobre los techos del mundo

con mi alma y mis pesadillas mojadas

rasgadas vestiduras de cartón.

Siempre rompo la mirada

y estallan los vidrios.

Siempre suena tu canción

en la radio y en la calle, en los bares y en mi cruz

esa que dice

apagón

en la ciudad

y todo lo que tengo

es tu vida iluminándome.

Siempre salto del mismo helicóptero

en la misma novela de ciencia ficción,

siempre en el mismo canal

siempre en la misma estación de radio

siempre en el mismo crucero fantasma

siempre en el mismo río.

Nada de lo que habita

se salva a la inundación o al incendio.

Nada de lo que amanece

deja ver su verdadero rostro.

Siempre abro los ojos

cuando es demasiado tarde

para mirar.

De Cuando llegue el fin de los tiempos (Almadegoma Ediciones, 2017)


FANTASMAS DE CIUDAD


a veces es necesario alejarse

lo suficiente como para confundirse

en la muchedumbre.

doblar la esquina como quien parpadea

y sigue su camino, su mirada.

es preciso despertar bajo un techo desconocido

de vez en cuando

y mirar desde otra ventana, otro paisaje.

permitir que la carne se ilumine

aunque sea a través de una herida.

De Un silencioso modo de arder (Peces de ciudad, 2017)

 

VACACIONES EN EL INFIERNO


Mudé de piel. Mudé de hogar. Mudé de mundo.

En sueños se pasea la oruga.

En los laberintos se muere congelada la locura.

En el espacio debe haber un hombre perdido,

                            flotando náufrago y sin sentido

                            al abrigo de la oscuridad.

Mudé de ropa. Mudé de lengua. Mudé de suelo.

Me despegué por completo de esta humanidad

tan frágil

siempre necesitada de luz.

En el fondo somos insectos

chupasangre

que danzan en círculo

ansiando la lluvia de meteoros.

Mudé de cuerpo. Mudé de nombre. Mudé de futuro.

Me dormí en la frialdad del cadáver.

Y al final de la página contuve su peso muerto.

En los corredores del otro mundo

hay espacio suficiente

para todos nosotros

y nuestros pecados.

Es lo bueno que tiene el infierno:

amplio estacionamiento, calefacción,

cuerpos por doquier, tinta china,

cenizas volcánicas, sangre del cielo.


Inédito, 2017.

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Mario Flores (Tartagal, provincia de Salta, 1990). Escribe poemas, edita libros artesanales y hace tiradas de tarot. Sus libros más recientes son Poesía para pasajeros urbanos con auriculares (Cuaderno de elefantes, 2016), Un silencioso modo de arder (Peces de ciudad, 2017) y Cuando llegue el fin de los tiempos (Almadegoma Ediciones, 2017).