Ese flujo, esa náusea, esas tiras: aquí comienza el
fuego. El fuego de lenguas. El fuego tejido en flecos de lenguas, en el reflejo
de la tierra que se abre como un vientre que está por parir, con entrañas de
miel y azúcar. Con todo su obsceno tajo ese vientre fláccido bosteza, pero el
fuego bosteza por encima con lenguas retorcidas y ardientes que llevan en la
punta rendijas parecidas a la sed. Ese fuego retorcido como nubes en el agua
límpida, con la luz al lado que traza una recta y algunas pestañas. Y la tierra
entreabierta por todas partes muestra áridos secretos. Secretos como
superficies. La tierra y sus nervios, y sus prehistóricas soledades, la tierra
de geologías primitivas, donde se descubren secciones del mundo en una sombra
negra como el carbón. La tierra es madre bajo el hielo del fuego. (…) El centro
ardiente y convulso de ese fuego es como la punta descuartizada del trueno en
la cima del firmamento. Centro blanco de las convulsiones. Un resplandor
absoluto en el tumulto de la fuerza.
“El yunque de las fuerzas” (fragmento), en L’Art et
la Mort, 1929.
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Antonin Artaud (1896-1948). Poeta, dramaturgo, ensayista,
novelista, director teatral y actor francés.